Monday, January 29, 2007

LA MARIONETA GIGANTE PUDO LLAMARSE HEIDI


Me sorprendió que los periodistas no se atrevieran a hacer lo que es parte del oficio: bautizar, poner nombres. Está en los textos de las escuelas de periodismo: no le diga perro todas las veces, dígale también “copito”.

Me refiero a la marioneta de grandes proporciones que emocionó a los santiaguinos durante tres días y que fue identificada hasta el cansancio como la pequeña gigante.

Veamos ejemplos del pasado. Al avión presidencial Boeing 707, anterior del actual, lo llamaron “calambrito”. Cierto es que a la Fuerza Aérea le incomodaba y hasta pidió a los periodistas “por favor, señores, les rogamos que no le digan más calambrito a este avión”.

La agrupación de periodista de La Moneda puso el nombre de “la copucha”, a la sala dispuesta para ellos en el palacio de gobierno. En Concepción, recuerdo, que esa sala la llamábamos “la chuchoca”.

A una mujer que asaltaba bancos premunida de un arma automática, la denominaron “la mujer metralleta”.

Tradicionalmente el periodismo tenía esa gracia, de ponerle su apelativo a situaciones, objetos, espacios o personajes. Y hay muchos otros ejemplos, que en este momento no se me vienen a la memoria.

La muñeca caminante a mí me evocó a Heidi, ésa de la canción “abuelito dime tú…”
Yo le habría puesto Heidi.

Pero, a ninguno de mis despiertos y jóvenes colegas se le ocurrió nada. Bueno, a estas alturas, pasó la vieja.

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