Tuesday, January 30, 2007

LAS MANZANAS DEL COMETA

RAY BRADBURY




(Esta nota la escribí en 1982, luego de una entrevista con Ray Bradbury en su casa. La Revista del Domingo de El Mercurio publicó un resumen de ella en 1985. Como por estos días anda otro cometa girando cerca del sol y a la vez se cumplen 21 años de la última pasada de Halley, doy a conocer mi conversación completa con el brillante escritor norteamericano.)



Entrevista con Ray Bradbury

Por Nelson Palma

            «Los astronautas pusieron mil limonadas y mil botellas de cerveza a bordo del cohete Copa de Oro, poco antes de iniciar un riesgoso viaje hacia el deslumbrante sol del mediodía.

           «¡Al Sur! , ordenó el capitán y la tripulación desconcer­tada preguntó por qué, si en el espacio no hay direcciones. El coman­dante les respondió con energía: ¡Cuando uno se dirige al sol y todo se hace amarillo, ardiente y perezoso, entonces uno va en una única dirección!».
    Así, resumido, comienza el cuento LAS DORADAS MANZANAS DEL SOL, uno de los buenos relatos de Ray Bradbury, escrito en 1952.

  El cohete de aquel valiente capitán bradburiano estuvo a punto de sucumbir en ese loco y maravilloso proyecto espacial. Pero, esos astronautas «picaron al león y escaparon del zarpazo». Lograron recoger fuego del sol. Pudieron traer consigo ─agrega la narración─ «un poco de la carne de Dios, la sangre del Universo, el pensamiento deslumbrante, la enceguecedora filosofía que había amamantado a una galaxia, que emplazaba o acallaba vidas y subsistencias...».

      Tal como lo hizo el cohete Copa de Oro, hoy el cometa Halley se dirige al «Sur» . Sin limonadas ni cerveza, ni tripu­lación, se acercará al sol el próximo verano . Y así como ha ocurrido regularmente a lo largo de millones de años , ejecutará una vez más su prueba de muerte: una voltereta tangencial en torno a la corona solar .

     Reflexiones acerca de Dios, del futuro, de viajes galác­ticos y de cometas fueron el fruto de mi reunión con Ray Bradbury, ese escritor genial admirado por millones de lectores de ciencia-ficción en todo el mundo.

MARTE: LA TIERRA DE BRADBURY

     Bastó un contacto telefónico. Bradbury aceptó recibirme esa misma noche en su casa, situada en una calle poco concurrida de Beverly Hills. La hora de la cita me sorprendió buscando su dirección. No había viento ni hacía frío. Se podía ir en jeans, polera y zapa­tillas, así como acostumbraba vestir Douglas Spaulding , el protagonista de EL VINO DEL ESTÍO.

     Una escalera de piedras, que cruzaba un compacto cañaveral, conducía a la puerta de su residencia. El porche estaba apenas ilu­minado por un farol. Desde ahí se tenía una amplia perspectiva del cielo nocturno. Allá arriba titilaban la estrella Polar, la conste­lación de la Osa Mayor y el planeta Marte, la tierra de Bradbury, de todas maneras. Una telaraña colgaba del techo. En el piso, junto a un felpudo, había una caja de cartón llena de libros usados. Se diría que el dueño de casa deliberadamente provocaba a esos bomberos siniestros de FARENHEIT 451, que acudían presurosos a quemar todo tipo de literatura. La noche apacible creaba «clima» para un encuen­tro cercano con un mago-poeta-fabulista.

       Luego de golpear, esperé... Adentro unos pasos hicieron crujir las tablas del piso. La puerta se abrió y apareció un hombre grueso, de lentes, pelo liso y canoso, de enormes manos velludas y de risa sonora. Su tremendo vozarrón fue un tatequieto para el interminable coro de grillos del jardín: «¡Hola, lo estaba esperando, pase, bienvenido!»

LAS PLATEADAS MANZANAS DE HALLEY

     En un sillón antiguo, frente a un tablero de ajedrez, con piezas de ónix y lapizlázuli, Bradbury hizo una breve referencia a Chile: «Me han dicho que se parece a Suiza». Y tras el comentario entró en materia; lamentó que Estados Unidos no lanzara una sonda espacial al encuentro del cometa Halley, como se había planeado hace unos años. La Unión Soviética, Europa Occidental y Japón enviaron naves con ese propósito.

     «Cuando supe que mi país pensaba poner en marcha esa misión ─dijo el escritor con cierta tristeza─, que pretendería incluso tocar el cometa, me sentí realmente entusiasmado. Me lo informó Burns Murray, quien entonces estaba a cargo del Jet Propul­sion Laboratory, JPL (Laboratorio de Propulsión Jet), de Pasa­dena. Le pedí entonces que me diera todos los datos del proyecto. Quería saber la fecha de partida y los propósitos específicos de la sonda, si intentaría tomar el pulso y la temperatura del come­ta. Le sugerí a los científicos que bautizaran la misión con el nombre de Mark Twain, en vista de que el escritor predijo su muerte para la aparición del cometa en 1910 y había nacido justamente durante la visita anterior de Halley. Por eso sostuve que sería maravilloso llamar a ese vuelo espacial con su nombre. Pero todo el entusiasmo se frustró cuando la NASA decidió no gastar dinero en ese programa. Nos faltó romanticismo...».

      El desencanto de Bradbury de no haber alcanzado las pla­teadas manzanas de Halley lo comparten hoy numerosos científicos en el JPL.

     EL COMETA VIENE A PENARNOS

    Bradbury contempla dos pinturas que seguramente le recuer­dan los verdes paisajes de Weakegan, Illinois, donde nació hace 65 años. Piensa tal vez en el corto verano sideral  de Halley. Casi setenta y seis años de invierno para disfrutar apenas de unos cortos meses de estío. Como los habitantes de Venus, de su cuento TODO EL VERANO EN UN SOLO DÍA, que esperaban la aparición del sol, por algunas horas, después de soportar siete años de lluvias. Ese día los niños salieron al campo para celebrar la llegada del efímero verano, salvo Margot, quien fue encerrada en un armario por sus compañeros de colegio y por tanto no participó en la fiesta de luz. Tendría que esperar otros siete años para contemplar lo descrito por ella misma en un verso: «Sol esa flor que se abre sólo una hora».

    Pido a Brabury que en lenguaje poético defina a un cometa. Respira profundo y embiste con su vozarrón:

     «Lo he descrito de varias maneras... es el fantasma del tiempo; es el aliento de Dios; es una pavana, es un funeral blanco, es un canto de réquiem, es el Moby Dick del espacio. El cometa me es familiar por mi experiencia con la ballena de Herman Melville. Hace 31 años el productor John Houston me pidió que hiciera el guión de la película. Desde entonces he escrito tanto sobre el tema que finalmente el cometa desplazó a la ballena. Ahora trabajo en una ópera sobre eso. Un capitán ciego va al encuentro de Halley para atacarlo y vengarse porque un día, cuando él era aún un astronauta joven, ese viajero errante le arrancó los ojos. Tomo toda la mitolo­gía melvilleana y la coloco en el espacio... Yo defino al cometa como la manifestación del misterio del Universo que vuelve a penarnos».

     Un capitán vengativo, sostengo para apoyar la siguiente pregunta: ¿Por qué usted ha resaltado más los defectos que las virtudes humanas en los largos viajes espaciales?

      «No necesariamente. La mayoría de mis cuentos los escribí hace muchos años, cuando era joven. Es la gran tragedia de la juven­tud ser pesimista. Cada joven cree firmemente que el fin del mundo se les viene encima. Pero, he comprobado que eso no es verdad. Yo me he hecho ya bastante mayor y todavía estoy aquí, con una gran cantidad de amigos muy simpáticos. Aprendí la lección del comportamiento óptimo, que se aplica por igual a todos nosotros. La experiencia ganada en el espacio ha sido buena. Fuimos a la luna y no la contaminamos. Ahora soy un gran optimista de los futuros viajes espaciales. No seremos vengativos...».

LEVANTATE Y CAMINA

      Los vuelos orbitales tendrán, según el escritor, algo de la bendita orden de Jesús al paralítico: «¡Levántate, toma tu camilla y vete a casa!» o más apropiadamente a esta situación, ¡arroja tus muletas y ponte a trabajar! Porque para Bradbury no habrá minusválidos allá arriba.

     «Con un grupo de lisiados preparo una película relacio­nada con el futuro de los vuelos espaciales. Cuando se desarrollen la industria y la minería del espacio habrá una ilimitada fuente de trabajo para los impedidos. Podrá producir en el cosmos aquel hombre que perdió el uso de sus piernas por culpa de la polio o por un accidente. Allí no necesitará esas piernas, ni siquiera las manos. Le bastarán los dedos o la punta de la nariz para presio­nar un botón. Ese hombre estará libre de la gravedad para siempre, esa tremenda fuerza que lo posterga aquí abajo. Creo que la idea es fantástica porque devolverá la libertad a los lisiados de una manera asombrosa».

¡NO MATEN A ESE MARCIANO!

    Y salen al tapete las CRÓNICAS MARCIANAS, donde la guerra atómica termina con la vida en la Tierra. Pregunto a Bradbury si él cree que falta poco o mucho para que ocurra una tragedia tan terrible.

    «Las CRÓNICAS MARCIANAS no son una predicción, sino un grito de alerta. Al igual que otros escritores de ciencia-ficción como Julio Verne, H.G.Wells, Aldous Huxley, yo escribo fábulas morales, que pretenden enseñarnos a mejorar el comportamiento de la raza humana. FARENHEIT 451, por ejemplo, enseña a querer la literatura. Todo lo que digo ahí es ¡no quemen esos libros, déjenlos en sus estantes!; no importa en qué país sea, en Chile, Argentina, Alemania, Italia, Rusia, Estados Unidos. En las CRÓNICAS MARCIANAS uso la guerra atómica como una advertencia para que nos portemos bien. Apelo al triste ejemplo de Hernán Cortés en la historia de México para resaltar lo malo que hicimos en el pasado y evitemos repetirlo. Si nos vamos a encontrar con un mar­ciano no lo matemos, como Cortés hizo con los aztecas. Tratémoslo como a un ser humano».

    Hasta el momento no hay noticias de que haya vida en otros mundos. Pregunto a Bradbury si este hecho lo desilusiona.

     «Cuando descendimos en Marte y llegaron las primeras fotos me entrevistaron en un programa de televisión de la NBC junto a Carl Sagan. Entonces el periodista me dijo: «¿Cómo se siente señor Bradbury, usted que ha estado escribiendo acerca de Marte por más de 30 años y ahora que hemos llegado, toda la civilización que usted construyó allí, toda esa gente que usted puso allí no están? ¿Qué siente?». Y le respondí «tonto, tonto, sí hay vida en Marte. Nosotros mismos seremos muy pronto los marcianos».

    Le recuerdo que Isaac Asimov sostiene que el hombre jamás podrá salir del Sistema Solar por la enormidad de las distancias en el espacio .

    «No pienso lo mismo y me sorprende, porque la estrella Alfa Centauro está sólo a cuatro años luz de nosotros. A la velo­cidad de la luz tardaríamos cuatro años en ir allí. Imaginemos que alcanzamos la mitad de esa velocidad, quiere decir que demoraríamos ocho años en llegar a Alfa Centauro. ¿Y por qué no podríamos aún seguir más allá, sin que a los astronautas les tome toda la vida en hacer el viaje? No hay que olvidar que hace muy poco salimos de las cavernas y que hace sólo 16 años llegamos a la luna. Creo que todavía nos queda mucho por aprender y avanzar».

SOMOS HIJOS DE DIOS

        Para construir su obra literaria Bradbury se apoya en la ciencia, pero también en la religión. En su cantata CRISTO APOLO, publicada en el libro FANTASMAS DE LO NUEVO, escribe: «¿Cuántas estrellas de Belén brillan más allá de Orión?¿Visitó (Cristo) mundos más allá de nuestro sueño cálido como la sangre? ¿Bajó a la solitaria orilla de un mar semejante a Galilea? ¿Y hay Pesebres en mundos lejanos que conocieron su luz? Así ha de ser. Y las criaturas liberadas de tanta noche, de cualquier mundo o tiempo o circunstancia deben amar la luz. Cristo camina por el Universo. Allá Cristo es conocido con muchos nombres. Nosotros lo llamamos así. Ellos lo llaman de otra manera. Y allí están en tiempos ante­riores a la crucifixión del Hombre. Allá todavía no ha muerto. ¡En este santo tiempo de Navidad, como Él, tú eres hijo de Dios!».

    Le solicito al escritor que explique su concepto de Dios. Se produce un silencio, como si buscara las palabras precisas...

   «He escrito muchas ideas sobre religión, porque el tema me fascina, como a todo el mundo. Hacemos lo mismo teólogos, científicos, productores de cine o escritores de ciencia-ficción. Buscamos una respuesta a la gran interrogante de nuestro papel en el Universo. Porque hasta aquí todo es un misterio. Los científicos nos permiten sobrevivir día a día. Eso nos deja un enorme espacio para preguntarnos acerca de la Creación o de la fuerza de la vida, si queremos llamarla de alguna manera. Pero, no sabemos nada, por lo que hemos tenido que escribir historias que nos permitan sobre­vivir. Cristo es una de esas historias. Buda, Alá son otras. Yo estoy interesado en mi propia mitología, algunas veces mezclándola con ideas del cristianismo y el islamismo. Para mi es cuestión de revertir las cosas. Es como que la muerte no puede ser manipulada ni tocada; no sabemos lo que es. Creo que aunque escribamos estas historias seguimos en el misterio. La muerte es totalmente imposible, la vida es totalmente imposible y de ambas imposibilidades hacemos metáforas, que es como ponerle manillas a la situación y darla vuelta al revés. Eso es para mí la religión realmente. Es un esfuerzo supremo por resolver lo que no tiene solución. Me siento tan hijo de Dios como lo fue Jesús. Todos somos hijos de la misma cosa, sea lo que fuere. Siendo esto verdad hacemos poesías, escribimos cuentos, entre el misterio y la fascinación».

RUMBO AL NORTE

     Dios, viajes galácticos y cometas prolongaron mi reunión con Ray Bradbury por más de una hora. Al momento de la despedida fue a un antiguo estante de caoba para sacar un libro, que me regaló autografiado: REMEDIO PARA MELANCÓLICOS. Y de paso me mostró con orgullo sus obras traducidas a decenas de idiomas. Todos respetaron por su sentido poético el de FARENHEIT 451, como el original en inglés, con la salvedad majadera de un editor sueco que lo bautizó CELSIUS 233, que es el valor matemático equivalente.

     El escritor se mantiene bien informado del viaje hacia el sur del cometa Halley y admite que difícilmente puede resistir la tentación de seguir escribiendo sobre esa "bola de nieve lanzada por Dios en un invierno remoto", como describió a Halley en un artículo publicado en una revista. Así como el cohete Copa de Oro, cuando alcance su meta Halley virará en 180 grados. Y una noche de abril de 1986, imagino, Bradbury saldrá al porche de su casa para mirar por última vez al cometa . Como su intrépido capitán de LAS DORADAS MANZANAS... pensará que desde el sol y en sentido opuesto, en el espacio hay una sola dirección... y murmurará: «¡El Norte!»

(A su avanzada edad R. Bradbury fue distinguido con la Medalla Nacional de Arte otorgada por la Casa Blanca a artistas excepcionales. El escritor murió el 2012 a la edad de 92 años).
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ESPECIFICACIONES

 Bradbury escribió su cuento con la perspectiva del hemisferio norte, donde el sol transita por el cielo desplazado hacia el hemisferio sur. De allí la metáfora de que ir en esa dirección implica dirigirse al sol. Ese hecho es más evidente en invierno. En nuestro hemisferio, sin embargo, ocurre precisamente todo lo contrario.

 El cometa Halley alcanzará su máxima aproximación al sol el 9 de febrero de 1986. Ese punto se denomina perihelio.

 La primera información que se tiene del cometa Halley data del año 240 antes de Cristo, según antiguos documentos chinos. Aunque no hay seguridades, es probable que estas visitas perió­dicas se remonten a millones de años.

 El perihelio cometario se producirá entre las órbitas de Venus y Mercurio, a unos 88 millones de kilómetros del sol, lejos todavía de ese pálido halo que rodea al disco solar y que se denomina corona.

 El propio Bradbury admite que Douglas Spaulding es él mismo en esa novela autobiográfica EL VINO DEL FSTÍO.

❻ La aproximación de Halley al sol no es precisamente una estación de verano, en los términos de esa temporada planetaria.

 Isaac Asimov:«Civilizaciones Extraterrestres».

 Nuestro hemisferio sur será esta vez el favorecido con la visita del cometa Halley. Desde el norte estará demasiado cerca del horizonte. Resultará imposible verlo desde una ciudad tan luminosa como Los Ángeles y sin instrumentos durante abril de 1986.


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