¿Pastelero a tus pasteles? Lo planteo como pregunta, porque me surgen unas dudas tremendas sobre esta frase, que he escuchado desde la niñez como si tuviera la fuerza de un axioma. Pero, veamos el porqué de las dudas, teniendo en cuenta que sería una materia que no admitiría discusión.
Un pintor puede pintar una tela magistral sobre zapateros cumpliendo su oficio, aunque él mismo no tenga idea de como se hacen o reparan zapatos.
Un escritor puede narrar episodios maravillosos ocurridos en sitios que nunca visitó, como por ejemplo Julio Verne en el caso de su novela El Faro del Fin del Mundo, cuya trama se desarrolla en la isla argentina de Los Estados. Verne describe los lugares y da detalles del tiempo y las mareas y él jamás estuvo allí.
Un periodista científico escribe sobre el lanzamiento del transbordador espacial con lujo de detalles de lo que ocurre con la tripulación, los instrumentos, las sensaciones, y él no se sentó ni en sueños siquiera en el sillín de un astronauta.
Un conductor de televisión con un mínimo de conocimiento de otro idioma puede traducir e interpretar un evento que se desarrolle en ese idioma y llevarlo con claridad y amenidad a sus oyentes distando mucho de ser él mismo un intérprete bilingüe.
Un profesor de enseñanza media puede dar una clase excepcional sobre los recovecos del palacio de Knosos, perteneciente a la cultura minoica, donde moraba el minotauro, sin saber nada de la disciplina de la arquitectura.
Creo que estos ejemplos son suficientes para explicar mis dudas, que a la postre son certezas:
a) Un zapatero que sepa sólo ese oficio, por muy bueno que sea en eso, no podría pintar un cuadro donde se vean otros zapateros trabajando. b) Un marino aventurero sin gracia para escribir e imaginar no va a crear la fascinante historia del Faro del Fin del Mundo, aunque tenga una casa con vista al mar en la isla de Los Estados. c) Un astronauta podrá escribir varios volúmenes con sus memorias, pero seguramente no va a tener la capacidad de resumir la emoción de un despegue al espacio, con la fuerza que lo haría un periodista. d) Un traductor o intérprete bilingüe difícilmente va a manejar la emotividad indispensable para el público, él simplemente hará bien su pega: traducir o interpretar. Y e) por último, un arquitecto por muy avezado que sea en su profesión difícilmente entusiasmará a alumnos de enseñanza media hablándoles de arquitectura como lo haría un profesor inspirado.
¿Pastelero a tus pasteles?
Y aquí llegamos al punto: con los profesionales o maestros a secas, encontraremos que hacen muy bien su trabajo, pero con ellos no pasará nada si no hay otros que comuniquen lo que ellos hacen. Porque los médicos, los arquitectos, los zapateros, etc., cuando hablan de su especialidad lo hacen como si estuvieran dirigiéndose a sus colegas. A mi entender, la esencia de este asunto está en la comunicación. De allí que si usted quiere comunicar algo, no busque a los expertos en ese algo, busque comunicadores. Quienes poseen habilidades para comunicar, tienen ganado medio Cielo. Por eso es que en algunas partes a los comunicadores se les llama simplemente, talentos.
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