La clase política es light, porque está más preocupada de figurar en los medios, que de hacer su trabajo. A esta conclusión llega Mario Papi [†2012], ex senador radical y abogado en una publicación reciente. De este modo, agrega, la política queda vacía de discurso y se sostiene en la forma.
Adhiero a esa percepción y añado: el político moderno se esfuerza más que nada en la imagen de sí mismo que el medio pueda construir.
Así, hoy las apariencias vuelven a sus orígenes: fenómenos deformantes y negativos.
Encontramos esas raíces en La República de Platón, libro VII, en la alegoría de la caverna.
Los esclavos encerrados de por vida en una cueva, sólo podían ver el mundo a través de las sombras proyectadas por el fuego, recortadas en el fondo lúgubre. Liberado uno de ellos, pudo mirar las cosas iluminadas por el sol. Distinto a lo que pudiera pensarse, para él los objetos verdaderos seguían siendo aquellos reflejados en la cueva y no los que ahora tenía ante sus ojos.
Así entendían los antiguos la imagen: una mentira.
Muchos políticos modernos piensan que todos somos como los cautivos descritos por Platón: seguimos venerando las siluetas.
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IMAGE LOST ITS GOOD NAME
As a breed, Politicians are light, because they are more interested in appearing in the media than in doing their job. Mario Papi, a former senator and lawyer, maintains that. He adds, for that politics goes empty of message backing itself in the shape.
I agree with such perception and say: modern politicians struggle only in their own image they can build throw the media.
So, today the image goes back to its roots: a phenomenon negative and distortedly.
We find these roots in Plato, the myth of the cave.
Chained slaves for lifetime in a cave, were able to see the world just throw the shades projected by the fire against the dark wall. One of them got free and could watch the reality directly. In spite of that experience he continued believing that the shades were true instead of those things under the Sun.
Old Greeks understood the image as a lie.
A lot of modern Politicians think that all of us are the slaves of Plato. But, at the same time, big amounts more among us continue worshipping the silhouettes.
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