Saturday, June 11, 2022

AMAMOS LO ARTIFICIAL

SLAVOJ ZIZEK, foto Wikipedia 2015. 
 
               Quizá desde la misma prehistoria el ser humano comenzó a alejarse de la naturaleza, actitud que lo diferenció definitivamente de las otras especies. De a poco se fue desprendiendo del mundo natural para adentrarse en lo artificial, todo aquello hecho por sus manos. De las cavernas llegó a las viviendas de hoy pasando por una variedad casi infinita de techos a lo largo de los milenios. El filósofo esloveno (1949) Slavoj Zizek dice que el hombre contemporáneo admira la naturaleza, pero la quiere de lejos, que esté lo más lejos posible. Sí ama lo que ha construido para su vida y abomina de estar mucho rato rodeado de un medio natural. En sus casas modernas, añade, el ser humano vive con las comodidades que la naturaleza no le puede prodigar en forma directa. Los hombres y las mujeres aman vivir en ciudades y por esa razón las han construido.

           Nos aislamos cada vez más de lo natural. Los hombres modernos en invernaderos poducen sus alimentos y a éstos les agregan o destacan características que a los consumidores les sean más agradables, que sean más saludales y más sabrosos. Lo artificial viene de los tiempos de nuestros ancestros cuando ellos fabricaron las primeras herramientas y armas. La evolución de lo artificial ha llegado a su epítome, la inteligencia artificial, sistemas que hacen andar máquinas sin la participación humana directa, por ejemplo. 

              Zizek dice que este desplazamiento a lo artificial tiene un lado oscuro: la basura y los desechos humanos. Estamos convencidos que la basura desaparece cuando pasa el camión de la limpieza o que nuestras aguas negras se desvanecen cuando en el baño tiramos la cadena. No, no. Ahí recién comienza otro problema que no hemos demensionado. Una porción considerable de nuestra basura es artificial que es el segmento más dañino de todo eso que arrojamos a la naturaleza y de la cual no tenemos idea como superar. Algún día no lejano terminaremos por rebasar con esos desechos los límites de tolerancia del entorno natural. ¿Y entonces...?

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