Wednesday, December 09, 2009

NATIONAL GEOGRAPHIC MATÓ SU PROPIO CUENTO


El acierto.
        Es la mejor portada en la historia de la prestigiosa revista National Geographic, el rostro de la refugiada afgana, captado por el fotógrafo norteamericano Steve MacCurri en 1984 y publicado en junio del año siguiente. Debe ser la mirada más notable y enigmática del siglo XX. La niña de 12 años es una especie de Mona Lisa reciente.

       La segunda historia de la foto de la niña afgana fue la búsqueda de esta mujer realizada por el mismo fotógrafo durante 17 años. El cuento termina con su hallazgo en un remoto lugar de Afganistán y el descubrimiento de su nombre Sharbat Gula. Ella está casada y tiene tres hijas: Robina, Zahida y Alia. Y su foto de adulta de 30 años ilustró nuevamente la revista.

      La tercera historia es la que me interesa. El fotógrafo la buscó por mar y tierra hasta que dio con ella. Una suerte de amor imposible, como el de Tristán e Isolda. En la primera foto, la niña Sharbat de 12 años mostró su alma en esa mirada aguda y profunda. Fue la mirada que sorprendió e impactó a millones. A través de esos ojos el mundo se acercó al drama de los refugiados afganos en Pakistán, del pueblo Pashtún que huía de la invasión soviética. La segunda foto de MacCurri nos mostró otra realidad.
Sharbat Gula, 17 años después.

        El rostro de la niña fue el sueño, el cuento, la ficción, el encantamiento. La foto tomada después fue el portazo en las narices porque rompió el encanto y el sueño se evaporó. La segunda foto hizo polvo la primera. Si MacCurri no la hubiera encontrado nos quedamos con el sueño, con la ilusión, con un hermoso misterio eterno. Pero, la halló porque estamos en la aldea global y en una aldea todos nos conocemos. Además le tomó todas las fotos que quiso y las publicó todas.

         De ese modo la imagen de la primera portada perdió su brillo, ese halo de misterio psicológico que le daba vida y fuerza. ¿Sería la misma la Mona Lisa si tuviéramos otras pinturas que la mostraran en otras situaciones y con varios años encima? Ese desconocimiento, esa especulación es lo que engrandece la obra de Leonardo. Con el hecho de haber sido encontrada la huidiza e ignota niña afgana se convirtió en un ser común y corriente. Así la primera foto quedó reducida a un acierto fotográfico, pero sin vida y hoy es sólo una buena imagen más.

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