Un día me dijeron que la credibilidad era el gran –sino el único– capital del periodista. Por eso, continuaron esas personas, el reportero debe averiguar bien y estar muy seguro de lo que comunica, para acrecentar su capital.
Pues bien, la credibilidad enriquecida se convierte en confiabilidad de parte de las audiencias. En esa posición el periodista es creíble, se puede confiar en él.
Tal fue la fórmula de uno de los grandes periodistas del siglo XX, quien falleciera a los 92 años el pasado 17 de julio, el norteamericano Walter Cronkite. Entrevistador de notables figuras de la historia moderna, reportero en dos conflictos: la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Vietnam. Periodista deportivo, primero; político, después; y finalmente divulgador científico. Sin contar que fue un tremendo presentador de noticias.
Conocí a Walter Cronkite en su terreno: reporteando. Ambos estábamos en Egipto trabajando para nuestros medios él para CBS, yo para TVN. Reporteábamos las circunstancias del asesinato del presidente egipcio Sadat, ocurrida en una parada militar en El Cairo.
CBS tenía arrendado un piso completo en un hotel cairota. Yo y mi equipo, en cambio, ocupábamos una estrecha pieza del décimo piso del hotel Ramsés. Me presenté en las oficinas de CBS para que me ayudaran a resolver un problema técnico con mi cámara. Los electrónicos me ayudaron, pero nada fue gratis. A cambio les cedí parte de una entrevista que me había conseguido con el ministro del interior del gobierno egipcio. En esas tratativas estábamos, cuando se me acercó Walter Cronkite. Sentí orgullo, pero también me sentí minúsculo, frente a una estrella mundial del periodismo. Me ofreció un café y hablamos de la situación a raíz de la muerte de Sadat, pero él estaba interesado en Pinochet y como yo venía de Chile, me hacía preguntas. Nos tomamos el café ahí mismo entre cables, cámaras y equipos.
Entonces se me ocurrió pedirle una entrevista, no en vano Cronkite ostentaba el título honorífico y real de ser el hombre de mayor credibilidad en Estados Unidos y un potencial candidato a la Casa Blanca. Salimos al balcón y de espaldas al río Nilo, Cronkite habló para Chile. Ese material debe estar hoy en los archivos de TVN.
“Era la voz de 'la verdad', que brindaba confianza y tranquilidad”, dijo el profesor Todd Gitlin, de la escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia para referirse a su muerte.
Tal como lo señalé en un post anterior –el de Edison Grandón–, la tarea del periodista es dar tranquilidad, confianza, aunque pareciera que el mundo se esté viniendo abajo. Eso es lo que busca la gente, tener a quien creerle en los momentos de apremio y de temor, porque sólo la verdad dicha calmadamente devuelve el alma al cuerpo. Y eso fue lo que hizo tan bien a su manera Walter Cronkite en momentos inciertos como el asesinato de Kennedy, la guerra del Vietnam o cuando nos moríamos de nervios si los astronautas que llegaron a la Luna podrían volver a la Tierra. Adiós extraordinario maestro.
2 comments:
Llegastes bastante lejos en tus andadas periodísticas. A propósito de Cronkite: era aún demasiado pronto para preguntarle acerca del presunto fraude televisivo de la llegada del hombre a la luna... o te llevó demasiado tiempo el explicarle a Cronkite las bondades del "benefactor"... silvio benjamin, el mismo con el cual recorristes tus fuentes periodísticas en la búsqueda de la nota que se salvara el día, luciendo tu impecable vestón azul cruzado y tu pantalón gris casi de uniforme colegial.
nelson. envía nota a mi correo electrónico para tomar contacto.mi correo es silviobenjamin@hotmail.com
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