La Opera, París. |
El libro de idioma francés, de René Chareau, en el que estudiábamos incluía un mapa de Paris, que nos daba a los adolescentes la posibilidad de conocer la capital francesa como si hubiéramos ido todos juntos a la ciudad luz. El Arco de Triunfo está aquí, la Plaza de la Concordia allá. Al fondo, la torre Eiffel y al otro lado en la distancia el Sagrado Corazón.
Nuestro profesor, monsieur Herrera, nos hacía preguntas de ubicación y orientación en París, respuestas que él exigía oír en un perfecto francés, con la “rr” gutural, propia de los franchutes.
Teatro Municipal, Santiago. |
En un arrebato de inspiración, monsieur se quedó pensando en la Ópera, situada en el corazón de París en el boulevard des Capucines. Nos habló de la belleza clásica de esa catedral del espectáculo culto. Y aplicando un método de razonamiento deductivo, nos decía que la Ópera parisién había inspirado el diseño arquitectónico del Teatro Municipal de Santiago, en Agustinas y San Antonio. Claro, nos decía, que el Municipal es, al fin y al cabo, un pálido reflejo de la Ópera. Bien pálido, con las disculpas del caso.
Teatro de la Universidad de Concepción (hoy desaparecido). |
Y como la inspiración de monsieur continuara, esta historia aterrizaba en Concepción, ciudad en la que se desarrollaba la clase. Bueno, jóvenes, proseguía, a su vez el Teatro Municipal de Santiago inspiró el proyecto y la construcción del Teatro de la Universidad de Concepción, en Barros Arana entre Tucapel y Orompello. Y aclaraba inmediatamente: claro que es un pálido reflejo del Municipal santiaguino. Para subrayar a renglón seguido: bastante pálido, por lo demás.
Monsieur terminó su serie de comparaciones desiguales llevando los ejemplos al plano de nuestro liceo, el Enrique Molina. Nos dijo: y fue el teatro de la Universidad el que inspiró el teatro de nuestro colegio, en Víctor Lamas entre Caupolicán y Aníbal Pinto, que es un reflejo bastante pálido --demás está decirlo--, del teatro universitario.
El ex teatro del viejo liceo. |
Cuando salimos a recreo, algunos nos dimos una vuelta por el terremoteado teatro liceano. Y no fuimos pocos los que nos dijimos: pensar que nuestro modesto teatro es, como sea, un pálido reflejo, con todo respeto, de la Ópera de Paris.
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(Las dos últimas fotos: El teatro de la U. de C. fue demolido hace unos 30 años. Y el teatro del Liceo permanecía con este mismo aspecto desde 1960.)
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