A un desaparecido maestro del periodismo, Luis Hernández Parker, HP (foto), en uno de sus comentarios Tribuna Política de la ex Radio Portales, hacia finales de los sesenta, le oí decir que Santiago tendría en los años venideros un tren subterráneo o metro, como las grandes capitales.
Recuerdo que HP se refirió más o menos en los siguientes términos al avance modernizador del transporte público en Santiago. Dijo: Un día no muy lejano, Santiago será distinto porque incorporará el servicio del metro. Entonces veremos diariamente a una serpiente de acero deslizarse suave y rápidamente por el subsuelo de la ciudad.
Para entonces, el metro era un sueño y HP nos dio una visión, acorde con sus tiempos. Cuando lo oí, con su voz carraspeada, hablarnos de la serpiente de acero, me imaginé vívidamente ese tren subterráneo culebreando por túneles subterráneos.
Cuando por fin se construyeron los primeros tramos del metro, este medio de transporte limpio y puntual, se convirtió de sueño en orgullo nacional. A los turistas se los invitaba a viajar en metro: limpio, rápido, suave, holgado, moderno. Estábamos todos ufanos.
La ciudad siguió creciendo. La gente se fue a vivir cada vez más lejos y las líneas se multiplicaron. Hoy las serpientes de acero son centenares. Lo que no imaginó HP —y con esto no se lo reprocho— fueron esas serpientes de sangre caliente, integradas por seres humanos, que se agolparían en las escalas cada día tratando de conseguir un lugar. Adiós sueño, chao orgullo nacional.
No comments:
Post a Comment