Friday, April 04, 2008

UN DÍA PERONISTA EN CONCEPCIÓN

     En los tiempos de la presidencia de Juan Domingo Perón, en la Argentina (de su primer gobierno: 1946-1952), un relator de fútbol (argentino y muy hincha de ese general) en una transmisión dominical dijo algo así:

«Señoras y señores, el estadio de Boca, con su capacidad completa. No cabe un alma más en las graderías. El viento es mínimo y agradable. El sol está tibio, agradable, también. El cielo diáfano, limpio, celeste. Por el túnel sur viene saliendo el equipo de Boca al campo de juego. El estadio estalla en ovaciones. Es algo indescriptible. Este es un maravilloso domingo de fútbol, una jornada inigualable. No falta nada, lo tenemos todo. ¡Es un día peronista!»

Esta historia me la contó un cantante argentino ya desaparecido que actuó en Concepción, en los setenta, Leo Marini. Cuando me presenté en el hotel El Araucano para entrevistarlo para el diario local, Leo Marini estaba esperándome en el lobby. Saludos de mano. ¡Cómo está, un gusto! El hombre venía muy acicalado. A la sazón debía tener unos 55 años. Un tipo que gustaba mucho a las mujeres por sus baladas románticas y acarameladas.
Yo había concurrido a esa entrevista con un fotógrafo, quien sugirió que las fotos las hiciéramos en la plaza Independencia para aprovechar la luz natural. A Leo y a mí nos pareció una buena idea por lo que nos fuimos caminando para el lugar.

Eran las 11 de la mañana, o algo así, y había un sol esplendoroso. Entonces cuando Leo vio este día penquista maravilloso, me dijo: «Qué lindo día, es un día peronista». Y a renglón seguido me narró la historia descrita más arriba.

Leo Marini en plena actuación.

Sobre la base de esa historia, en mi círculo familiar decimos «un día peronista» para referirnos a un día pleno de trabajo positivo, que ha significado un gran esfuerzo, pero coronado por el logro. Por extensión decimos también un día peronista para significar una jornada complicada, azarosa, demoledora y en el que hubo que soportar muchas vicisitudes.

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