Friday, June 23, 2023

PALABRAS Y PODER


        Las palabras tienen poder por sí solas, aseguran unos. Otros dicen que las palabras tienen poder sólo si hay una institución que las avale. Son dos opiniones extremas respecto de cómo nos afectan las cosas que nos dicen o que decimos a otros.

        En su cuento «Sátiro o el Poder de las palabras», el poeta chileno Vicente Huidobro narra cómo una vieja intrusa le echó a perder el día a su personaje de ficción, justamente cuando éste se sentía más feliz que nunca. La situación se generó en el momento en que el personaje novelesco le regaló chocolates a una niña desconocida en la calle, la mujer que lo estaba mirando le dijo en su cara «¡sátiro!». Casi de inmediato el rostro del personaje se entristeció. El cielo y el aire se le tornaron sombríos, añade el cuento. Para conseguir ese cambio tan brutal en el ánimo del personaje bastó una sola palabra venenosa.

        En el otro extremo están las palabras con el aval de instituciones. Son los enunciados performativos, que junto con describir el hecho al mismo tiempo realizan la acción. Por ejemplo, una sentencia dictada por un juez. «Lo condeno a usted a cumplir diez años de cárcel». En este caso el enunciado es el hecho mismo. Sin embargo, para que esta frase sea verdadera y se cumpla debe tener fuerza, es necesario que haya una institución que la respalde, de lo contrario no tendría ningún sentido.

        Podríamos concluir que las palabras tienen poder únicamente si al pronunciarlas hay intención --buena o mala-- de profundo significado o si su poder radica únicamente en el respaldo institucional. Las otras que decimos a diario, ésas se las lleva el viento...


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