Tuesday, October 08, 2019

REHENES DE LAS TECNOLOGÍAS


              Me alarma nuestra dependencia de las tecnologías. Cuando las usamos dejamos de ser libres, quedamos cautivos, al arbitrio de los dueños (de las tecnologías). Ellos hacen lo que les da en gana y a nosotros sólo nos queda bajar la cabeza. Porque si nos rebelamos, nos dejan fuera. Y en la sociedad en que vivimos, eso equivale al ostracismo, igual que las condenas extremas aplicadas en la Antigüedad.
Cómo no se va a reír de nosotros Tim Cook,
dueño de una de las más famosas tecnologías
de comunicaciones, si le compramos todo y
más encima seguimos dependiendo
de su voluntad. 
          Para entender este análisis sombrío de la nueva realidad, usaré un ejemplo. Mi teléfono inteligente, móvil o como usted quiera llamarlo, me decía hace un par de días que debía actualizar el programa. Yo me había dado cuenta porque varias apps no respondían con plenitud a mis mandos, eso significaba que algo estaba pasando. Efectivamente, no había actualizado. Y cuando lo hice, el dueño aprovechó de hacer cambios en su beneficio: incorporó nuevos apps que no necesito y que tampoco puedo eliminar, etc. Y agregó otras modificaciones operativas que debo aprender a usar. Bueno, qué más da, como sea quedé actualizado. Sólo así me libré del ostracismo que me hubiera significado no ponerme al día. Y pensé ¿por qué todo este embrollo? Simple, el dueño hizo los ajustes de su interés y al usuario, o sea yo, no le quedó ni una sola posibilidad de protestar o rechazar algunas de las modificaciones.
         Antes que llegara esto de la telefonía móvil, si uno compraba un objeto tecnológico no quedaba atado a la voluntad del vendedor. Cito un ejemplo, me compro una carreta para transportar carga. La pago y ya no tengo necesidad de vérmelas de nuevo con el fabricante. La uso todo el tiempo que me dure o la necesite y tampoco tengo que estar actualizándome cada vez. Hoy, un celular que yo adquiera implica que debo actualizarlo en forma periódica, de lo contrario pierdo mi dinero, porque el equipo por el que pagué mucho, no me servirá. Es decir, compro, pero sigo necesitando al vendedor.
       Por eso, considero que somos los rehenes de los dueños de las tecnologías. Entonces me sulfuro cuando veo en la televisión el lanzamiento de un nuevo modelo de móvil. Entre toda la parafernalia, el dueño de la tecnología sale al escenario, hace el anuncio y todos los esclavos aplauden de pie y salen corriendo del teatro a comprarse el recién estrenado modelito —carísimo—, ¿habrá algo que valga la pena en el equipo nuevo? No, porque el usuario encontrará exactamente lo mismo en la pantalla nueva que en su viejo equipo. O sea, nuevo celular y renovadas actualizaciones, para que el dueño de la tecnología te tenga agarrado de buena parte y él siga siendo infinitamente rico.  

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