Monday, October 13, 2008

OFICIO: ESTROBERO

          A Juan, un obrero forestal, lo trasladan todos los días desde su casa en Curanilahue al predio situado hacia la costa donde la empresa para la que trabaja, explota pino radiata. Bien equipado con implementos de seguridad, a las 9 AM inicia su trabajo: estrobar pinos del volteo (foto 1). Cada árbol que cae pesada y estrepitosamente al suelo, queda en manos de Juan. Por la aspereza del terreno inclinado, con dificultad se acerca al tronco lleno de ramas. Un olor a resina fresca inunda el ambiente. Entonces el trabajador toma un cable de acero y con sus brazos rodea el pino. Con sus manos enguantadas ata el tronco con los extremos de los estrobos, que son los terminales del cable de acero.

          Terminada esta tarea y perdido entre el follaje, Juan levanta la mano. Una máquina distante se pone en movimiento, tensiona el cable de acero y arrastra el pino recién derribado para ser trozado en la cancha. Entre tanto, los motosierristas siguen derribando más pinos, los que deben ser nuevamente estrobados por Juan. Un trabajo agotador, riesgoso, desconocido.

         Los troncos de los pinos tienen una corteza abrasiva, como una escofina. Quienquiera que roce un pino corre el riesgo de sufrir una erosión en la piel. De allí que los estroberos lleven siempre guantes gruesos. Pero, una cosa es defenderse de la corteza y otra cosa es tener cuidado con los estrobos del cable de acero. Trenzados con finos alambres, estos cables muchas veces están dañados, por lo que las puntas agudas de los alambres pueden atravesar los guantes y causar lesiones. Qué decir de los estrobos mismos, que requieren de una técnica especial para maniobrarlos, de lo contrario se corre el peligro de quedar con un dedo estrangulado. A todo lo anterior se debe sumar el desplazamiento sobre un terreno bruto, resbaladizo e irregular, lleno de trampas y pequeñas alimañas del bosque (foto 2, cabrita de los pinos, es un insecto inofensivo, que anda en cámara lenta, único amigo del estrobero en la montaña) .

      Juan, el estrobero, trabaja lejos de sus colegas, esquivando los pinos en su caída, a pleno sol o bajo aguaceros inclementes. Recién al mediodía llega la hora de la colación. Sube a la cancha para comer alguna merienda de pie, porque no hay un solo lugar apropiado para sentarse.

     A las 6 de la tarde, Juan el estrobero, sube al minibús que lo lleva de vuelta a casa. Y a fin de mes recibe su salario: poco más de 180.000 pesos.

2 comments:

Lupezz said...

Preciosa historia y soltario oficio. Lo peor la verguenza de sueldo de recibe, lo mejor, la generosa y simpática compañía de su amiga la "cabrita del pino"....ella es estupenda. tah-tah

Unknown said...

Muy buen relato.
Triste realidad que sufren desde los inicios hasta hoy los trabajadores forestales, entregando sudor y sangre en su labor para recibir un miserable sueldo.