Mi camarógrafo me dice que esto pasa siempre, que cada vez que graba video en un cementerio es lo mismo, que se meten esos ruidos raros, como que el sonido se levanta o baja aleatoriamente. «Supongo que debe ser porque hay muchas construcciones, eso de las mesas y los nichos. Y no sólo me pasa a mí. Es a todos. Pregúntale a un sonidista y te va a decir lo mismo».
De regreso en el estudio comprobé esos ruidos que eran como sonidos de teléfonos celulares, se presentaban en la grabación, sin interrumpir, eso sí, la esencia de lo que me interesaba. O sea, que no habría que hacer la pega de nuevo. Sólo que se trataba de tener un poquito de paciencia y dejar pasar ese ruido concomitante.
Mi camarógrafo no me dio una explicación científica al origen del ruido, que para él era una cosa normal en un cementerio. Pero, un ingeniero electrónico lo atribuyó a ruido blanco, ése que está, pero que no estorba. En todo caso, no dejó de llamar mi atención el hecho que aquel ruido molesto se presentara sólo –según mi camarógrafo– en los cementerios.
¿Existe alguna fuente de energía que afecte el espectro electromagnético justo en la zona en que emplea una cámara de video profesional? Porque no puede ser otra cosa. Sólo alguna forma de energía radioeléctrica puede meterse e interferir, sin dañar, una grabación de video en esos lugares.
Luego de comprobar una y otra vez la presencia del ruido, durante la revisión del video miro al camarógrafo a los ojos y éste con una actitud displicente encoge los hombros como diciendo exijo una explicación. Es en ese momento donde la fantasía empieza a especular con los espíritus.
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