Hay cosas de la vida cotidiana que no tienen nombres. Para poder identificarlas hay que pronunciar otros nombres los que combinados transmiten la idea. Es una limitación del idioma que se resuelve con metáforas. Veamos algunos ejemplos. La parte delantera de la espada, esa con forma de cuchillo no tiene nombre, así que la llaman la hoja de la espada. Cada unidad de papel de un cuaderno o de una resma la llaman hoja de papel porque a nadie se le ocurrió designarla en propiedad. El apoyo lateral de un sillón lo denominan brazo del sillón. A los cuatro pedestales de una mesa los llaman patas de la mesa. La entrada de una cueva se llama la boca de la cueva. Otro ejemplo es el ojo de la cerradura, etc. Como hemos analizado, son numerosas las cosas sin nombre, sin designación propia. Esta figura del lenguaje para resolver el problema de los objetos sin nombre se llama catacresis. A lo mejor a usted, amigo lector se le ocurren otros ejemplos de catacresis.

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