Thursday, February 04, 2021

LA LENGUA SALVAJE DE LOS BORRACHOS

               LOS BORRACHOS O EL TRIUNFO DE BACO, Diego Velásquez, Museo del Prado.

          Los lingüistas dicen que en la comunicación humana primero está el pensamiento, luego la idea y después el lenguaje, que es el mecanismo de expresar lo anterior. El lenguaje (hablado) se da en varios niveles, enumeraré algunos: hay quienes hablan durante el sueño, otros hablan en el delirio febril, otros en estado de locura, otros durante un trance inducido. A veces en reuniones de sectas protestantes algunos hermanos en éxtasis hablan en lengua, así se dice. Emiten voces y frases ininteligibles, que sus cercanos interpretan para comprensión del resto, de allí que debamos considerarlo lenguaje, porque si nadie comprendiera nada, sería un murmullo sin sentido. Hay gente que habla también sin razón cuando regresa de la anestesia. Y está el lenguaje humano en el completo uso de las facultades mentales. Pero, dejé para el final el lenguaje de los borrachos, esa jerigonza que usan personas bajo el efecto etílico y que a nadie le interesa oír ni menos comprender.

       El escritor y filósofo rumano Emile Ciorán decía que echaba de menos el lenguaje de un borracho para decir algunas cosas sin remilgos, ya que el refinado francés no se lo permitía. (Ciorán, 1911-1995, emigró muy joven a París, ciudad en la que vivió la mayor parte de su vida y donde falleció).

        No sé que alguien se haya preocupado de analizar este lenguaje, pero podemos afirmar que es directo y que atraviesa todos los filtros de la moderación y la prudencia, especialmente en el ámbito social. Muchos de quienes oyen a un borracho hablar se desconectan porque con seguridad consideran que los contenidos de esos balbuceos en realidad no tienen fondo. En cambio, yo enfocaré mi breve comentario desde la forma del discurso.

      Un borracho usa pocas palabras: verbos, en sus respectivos tiempos y formas, sustantivos, adjetivos y paremos de contar. Esas voces sueltas, sin estructura sintáctica, le bastan. Los borrachos no necesitan más para lanzar interjecciones. Porque eso que les escuchamos no son relatos, sino sentimientos de satisfacción o insatisfacción. Son sobre todo verbalizaciones de emociones, las que, pese a su carencia gramatical, se entienden perfectamente. El estado etílico modifica el hablar a tal punto que la lengua se convierte en sí misma en única y salvaje: la jerga de los borrachos. Ciorán habla más acerca de esto.


 

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