Monday, August 10, 2009

LA PENA DE MUERTE EN LA TELE


       Me opongo a la pena de muerte, por atroz y horrible que sea el caso que la invoque, porque un castigo de esa naturaleza al final recae sobre nosotros. Sí, dicen los que apoyan, ¡reinstaurémosla! Y de ese modo los asesinos potenciales retrocederán. Quienes piensan así lo hacen movidos por la pasión del momento, pero castigar quitando la vida de alguien es algo mayor que la pena.
     Explico: Se condena al sujeto a la pena máxima, la muerte. Tan pronto el tribunal se pronuncia, se inician movimientos contra la pena. Si las apelaciones no fructifican, viene el cúmplase. Y, por último, la opción de la instancia de la gracia presidencial.
   Imagínese Ud. qué pasaría, en el intertanto, la farándula televisiva tomaría el caso, el debate se plantearía en estos términos, qué sí y que no. Los abogados defensores rogando con caras angelicales para salvar al sujeto y el público de por medio sufriendo «que no lo maten, que no lo maten».
  El día de la aplicación de la pena, supongo el fusilamiento, Gendarmería seleccionaría a los medios de prensa que presenciarían la ejecución. Y desde afuera del recinto, la TV transmitiendo en vivo. Los grupos opositores prendiendo velas. El país en vilo, sufriendo, esperando el sonido de los balazos. ¡Por Dios que lo salven! Y ¡PUM! Se murió el asesino.
     De inmediato su tumba se llenaría de flores, velas y rogativas. Gente llorando diciendo que el santito hizo el milagro. Para qué decir los espacios especiales de reportajes en televisión: «Ejecución Cumplida», «Los que Dispararon», «Las Imágenes no Vistas del Ajusticiamiento», etc. Por último, una gran película. ¿Nos olvidamos del Chacal de Nahueltoro?
    Eso es lo que pasaría. En cambio si el asesino queda vivo en una cárcel, nadie se acordaría de él y sufriría mucho más que el susto o el pánico de un momento. Por eso, me opongo a la pena de muerte, no es por favorecer al asesino.

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