EL ROVER PERSEVERANCE pasará por el portezuelo que se abre entre esos dos cerros marcianos. |
Quiero trasladar esta aparente dicotomía al ambiente marciano, donde a lo menos cuatro ingenios robóticos no tripulados recorren su superficie. Primero, allí no hay caminos. No los hubo jamás ‒por lo menos hasta donde sé‒. Tampoco hay vida ‒hasta ahora no se han dado pruebas en contrario‒. Con estas dos afirmaciones entre rayas, yo me pongo a cubierto. Pero, sigamos...
Para abrochar quedémonos con los antropólogos. Si en Marte no hay caminos porque no hay seres vivos libres que los necesiten, los rovers (robots) manejados desde la tierra, avanzan a campo traviesa o sea, sobre un nivel bruto y yermo trasladándose hacia adelante.
¿Para dónde vamos? Para allá, no, para este otro lado, por acá, por acá...
Evidentemente que no es tan así la cosa, los científicos deben ir haciendo sus apuestas basadas en sus intereses mientras las ruedas de los rovers corren sobre sustrato marciano a la velocidad de una tortuga. Y las huellas que quedan registradas en ese planeta, si no las borran los vientos y las tormentas de arenas, ¿podrían ser clasificadas alguna vez como caminos que conduzcan a visitantes futuros hacia ninguna parte?
Este es un problema científico con un fuerte componente filosófico que será recurrente en otros planetas por visitar.
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