Tuesday, January 04, 2022

LOS OLORES NOS HABLAN SIN PALABRAS

      Nuestra memoria registra y almacena datos, que el cerebro clasifica según el puerto de entrada, los cinco sentidos. Me resulta curiosa la información olfativa, que reconozco muy bien y que evoca situaciones y momentos de mi vida, pero, los olores no los puedo verbalizar. Las palabras no me sirven para narrarlos y por lo  mismo ni siquiera los puedo pensar, pero igualmente persisten fresquitos en mi cabeza con toda su información pertinente.

        Llego a un lugar, percibo el olor y si esa sensación coincide con mis registros puede trasladar  mis recuerdos en el tiempo y el espacio. Por ejemplo podemos distinguir por la nariz lo nuevo o lo viejo, lo húmedo o lo seco, lo dulce o lo agrio, lo bueno o lo malo. Incluyo en esta enumeración todos los matices intermedios. Si vamos con los ojos cerrados y alguien nos guía, sabemos cuando llegamos a nuestra casa, cuando pasamos por un parque. Todo tiene olores particulares o mezclados que otorgan identidad.

      Conversando de estos asuntos con una astrónoma, una vez ella me dijo «me intrigan los olores que podríamos hallar en el planeta Marte. A lo mejor nos encontramos con puras sorpresas. Si regresáramos para hablar aquí de los olores de allá tendríamos que usar puras comparaciones. Mira, es como esto, huele como aquello, porque un olor no se puede contar directamente hay que sentirlo. Fíjate cuando te ofrecen un perfume, te tienen que acercar la boca del envase a la nariz».

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