Me puedo fijar en aquellas cosas que para mí tienen un
significado. Si me sirven o si me causan algo me
fijo en ellas de lo contrario no. Veamos la siguiente oración: mi perro cuando me ve me mueve su
cola. Sé lo que significan «perro» y «mover la cola». Ese hecho me
causa alguna emoción. Además, el
enunciado es verdadero. En tal caso tengo ante mí un hecho que reúne dos
cualidades: sé su significado y sé que es verdadero.
Pero, existe una enorme gama de enunciados que no sabemos lo que significan, pero sí estamos seguros que son verdaderos. Por ejemplo, hemos aceptado la
verdad de lo siguiente: 2+2=4. Todavía más, muchas veces lo usamos como
un modelo de certeza. No dudamos, eso es así, es verdad.
Pero, no tenemos un significado de inmediato a la mano. Probemos,
analizando cada una de sus partes, los llamados significantes. ¿Qué es 2?, ¿qué es 4?, ¿qué es +? o ¿qué
es =? Para comprender esto tenemos que interpretar y un razonamiento nos da un significado, el que sólo es válido si es estable en el tiempo.
Fijémonos en esta curiosidad cuando oigamos afirmaciones. A veces las aceptamos como verdaderas o falsas pero nunca nos preocupamos en lo que significan.
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Este texto original, un poco denso, se inspiró en una parte del libro "El Conocimiento Humano", del filósofo británico Bertrand Russel (1872-1970). N.P.
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