Foto referencial tomada de Internet. |
Los "patos de máquina" eran los
errores que se cometían durante la redacción de un texto por presionar una
tecla incorrecta en las antiguas máquinas de escribir. El asunto se complicaba
porque no había la posibilidad de corregir –salvo algunas eléctricas que tenían
una marcha atrás para borrar–. Si el error se presentaba en la última línea de
una página, era una lata tener plantearse tipear todo de nuevo. Si el trabajo
era apurado simplemente se corregía encima con un lapicero fuente o con un
bolígrafo.
En el caso de los textos
periodísticos, preparados siempre contra el tiempo, estos errores eran comunes
y aceptados si venían enmendados por su autor luego de una segunda lectura. Lo
bueno de estos casos radicaba en que era una oportunidad para verificar ortografía,
sintaxis y otros inconvenientes, los que se podían subsanar con un lápiz.
Así los "patos de máquina", que
penaban a los redactores apurados, pasaron a la historia con la llegada de los
computadores, porque éstos permitían echar pie atrás y corregir, permitiendo textos
limpios y pulcros. Sin embargo, cuando los errores de ortografía o de sintaxis
sobrepasan las ventajas de las computadoras de alertar y corregir, ya no calzan
en la justificación de "patos de máquina" sino a "patos" que anidan en las cabezas
de los redactores.