Desde entonces han pasado más de 17 meses y luego de darle hartas vueltas a este logro de salvaguardar a la humanidad, llego a una conclusión distinta y bastante más importante de lo que decían entonces. Creo que el logro –por favor, en su debida proporción– es superior a las misiones de visitas humanas a la Luna o de envío de equipos robóticos a otros planetas que nos han mostrado paisajes extraterretres incríbles. Incluso, mejor que las tomas en primera fila de la maravillosa e infernal superficie del sol. Todavía más, hemos podido ver, gracias al telescopio espacial Webb, cuerpos remotos situados tan lejos en el cielo hasta donde la vista ya no es posible.
Mi conclusión: A diferencia de todo lo que he enumerado, el proyecto Dart introdujo un cambio fundamental en todo el Universo, desde su creación. Es cierto que las visitas planetarias que hemos enumerado dejaron huellas en otros mundos, pero la máquina universal del cosmos siguió caminando imperturbable, a su ritmo. Ahora, sin embargo, aunque infinitamente pequeño, el ser humano alteró (sin permiso) una órbita de un cuerpo celeste. Esa órbita venía cumpliendo con el plan para lo que fue creada. Con este cambio el hombre, en cierta manera, enmendó un poquito el Universo, el que ya no es el mismo, porque se alteró una trayectoria establecida por la Naturaleza. Como en las historias de ciencia ficción, ¿qué pasará después? Un cuento de Bradbury nos da una pista. Por culpa de un viajero del tiempo, de visita en la prehistoria, contra toda advertencia bajó de su vehículo y torpemente pisó y mató una mariposa. Pues este incidente insignificante produjo cambios radicales en el futuro, cuando regresó a su tiempo de origen comprobó que la historia de la humanidad había cambiado del cielo a la tierra.
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