CENA EN EMAÚS, Caravaggio (1606), Milán. |
Los discípulos son Cleofás y otro, que Lucas no identifica. Ambos caminaban hacia Emaús distante a un par de kilómetros de Jerusalén acongojados luego de la muerte de Jesús. Un desconocido (Jesús), que iba detrás, les dio alcance y los tres trabaron conversación mientras caminaban. Entonces los discípulos no reconocieron al Maestro. Cuando llegaron a una posada para comer y descansar se sentaron a la mesa. Sólo cuando el desconocido partió y repartió el pan se dieron cuenta quién era. En ese momento Jesús desapareció, añade el evangelista.
La escena de Caravaggio, de acuerdo con el sacerdote González Paz, está cargada de evangelio y contenido muy profundo. La cena se desarrolla en un lugar común y corriente: una posada cualquiera de un camino cualquiera. Cleofás está sentado de espaldas al espectador, al lado izquierdo del lienzo y recibe de frente la luz que refleja el rostro de Jesús. El discípulo que Lucas llama «el otro» está al lado derecho de la tela, es un hombre común, de aspecto de un obrero o un campesino. Ambos discípulos están sorprendidos, iluminados, por reconocer a Jesús en ese acto, la fracción del pan. Hacia el primer plano hay un espacio que sugiere que es el lugar reservado al espectador, para que tome una banca, se siente a la mesa y también participe de la comida.
El posadero, de pie, viste ropa contemporánea del siglo XVI, a diferencia de los protagonistas del Nuevo Testamento que llevan mantos de su época. El dueño es un hombre vulgar, sólo interesado en su negocio y mira con escepticismo a Jesús. Detrás de él, se ve una sirvienta vieja que lleva a la mesa carne asada. Su esfuerzo está en atender a los clientes, no escucha las palabras de Jesús. Caravaggio tampoco la identifica, en cambio, González Paz afirma que ella puede ser Marta, la hermana de Lázaro y de María. El autor del libro refiere a una cena antes del Calvario y que Caravaggio tomó de allí al personaje para incluirlo en la Cena en Emaús.
ANTONIO GONZÁLEZ PAZ |
«Ser sólo Marta –dice González Paz–, es comprometerse con la construcción del reino, despreocupándose de Dios. Ser sólo María, es concebir la búsqueda de Dios olvidándose del mundo.»
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