Foto @roycampos (Verne, El País). |
Entre el verano y el invierno, el sol va y viene siguiendo
su camino en el cielo. En el estío pasa sobre nuestras cabezas y en junio
(hemisferio sur) se inclina hacia el horizonte y nos proyecta su luz en forma
lateral. Va y viene, pero no hace el mismo recorrido. O sea, viene por una
huella pero regresa por otra.
Esa es la razón por la que después del 21 de diciembre la
posición de la luz y la proyección de las sombras es distinta a la que se
observa en primavera. Por eso muchos se lamentan con razón «se nos va el
verano» porque sienten que algo hace distinto el alejamiento del sol hacia el
horizonte norte que cuando se acerca a nosotros.
Los especialistas llaman analema a este fenómeno. Y lo han
demostrado tomando fotos, en forma sistemática durante el año, del desplazamiento solar en el cielo o
fotografiando la proyección de su luz en el suelo.
Por estas razones son diferentes la primavera del otoño,
porque el sol, debido al movimiento de traslación de la tierra, no cruza por
los mismos puntos del cielo. Su camino de vaivén forma un 8 tumbado, figura que
curiosamente a la vez, equivale al signo convencional de infinito.
Foto @Jesuspelaez89 (Verne, El País) |
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