Damnificados durmiendo a la intemperie en la plaza de Chillán (1939). |
La historia nos recuerda que hubo 20
mil muertos a causa del gran terremoto de Chillán de 1939. El episodio ocurrió
cerca de la medianoche del 24 de enero. Media ciudad se vino al suelo. El
número de víctimas fatales era tan alto, que los servicios funerarios no daban.
A ello sume usted el calor del verano y la dificultad para recuperar cadáveres
entre los escombros. Por tanto, la gente organizó cementerios temporales para sepultar
a sus muertos en la esperanza de poder llevar después esos restos al
cementerio.
Para ese fin en Los Coligües, ocho kilómetros al
sur de Chillán Viejo, se ubicó un lugar en la falda al suroeste de la loma de
El Alto donde estaban las casas patronales del fundo.
Los deudos tuvieron que actuar rápido, por la urgencia de las circunstancias.
Entre un pequeños bosque de pinos fueron inhumados decenas de cuerpos a la
espera de que se regularizara la situación. Cada familia anotó coordenadas para
poder después hacer la recuperación. La cultura popular designó a ese sitio
cercano al camino vecinal del fundo como “el bosque de los finados”. Con el
paso de los años inmediatos al terremoto, seguramente los deudos pudieron
cumplir su promesa de retirar restos y conducirlos a cementerios. Pero, es
probable también que todo no se haya cumplido a cabalidad.
El bosque de los finados se convirtió
después en un lugar de paso para acortar camino. Los niños que pasaban por allí
al caer la noche tenían la certeza de ver fantasmas entre los pinos. Era miedo
vivo. Pero, los mayores nunca hablaron de apariciones o cosas extrañas en el
bosque de los finados. Cuando ya se cumplirán 80 años de esa tragedia, el
nombre dado al bosque permanece. No todos saben por qué ese pequeño sitio junto al tubo en el
camino de Las Bodegas a Casas Viejas se llama así. Muy pronto, tal vez, el
bosque de los finados quedará bajo el suelo de poblaciones.
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