FOTO TOMADA DE DeConceptos.com |
Tres sentidos hallamos en el adjetivo «interesante».
Primero está el interés egoísta. Nos declaramos interesados en tal o cual asunto como por ejemplo participar de las ventajas de una sociedad comercial. Sin embargo, el beneficio que buscamos no se limita sólo a obtener dinero o ascenso en la esfera social. Nuestra salud también puede verse favorecida. Para este interesante que nos atrae viene bien el adjetivo gratificante.
Un segundo sentido es de tipo intelectual, se trata de interés por el conocimiento o porque podemos disfrutar de lo que nos gusta: una obra de arte, una pieza musical, una flor, una manifestación de la naturaleza, las constelaciones del cielo, etc. En este caso el adjetivo que pega sería fascinante. Y es a todas luces distinto del anterior.
Y el tercer interesante también se relaciona con conocimiento, pero no de conocimiento exterior. Es aquello que se encuentra entre nosotros y yo. Sería lo que inter-esa, o aquello que nos hace pasar a través suyo y que nos conduce a nosotros mismos. Por ejemplo, vivir una experiencia, percibir una sensación única, participar en algo nuevo. Este tercer caso de interesante sería una etapa en el proceso en que llegamos a conocernos mejor. Es una reflexión profunda, una conclusión subjetiva, un aprendizaje que puede modificar nuestro punto de vista respecto de lo que somos. Porque la referencia de volver a nosotros mismos ya está contenido en el objeto en que nos interesamos. Este interesante es aquello que nos hace mirarnos al espejo, conocernos más, entender cosas que antes no concebíamos. Es algo que nos modifica para bien por eso nos resulta interesante...
---
Referencia, el libro del filósofo francés Rémi Brague «En Medio de la Edad Media».