Desde niño oí «cuando China despierte, va a temblar el mundo». El gigante dormido era una amenaza potencial para nuestras vidas, según el sentido de eso que escuché. Mirábamos a ese país con algo de recelo, por lo que nos podría pasar. Nadie explicó nada ni dio fundamento a esa frase.
Ha pasado el tiempo, China se desarrolló a una velocidad de vértigo y hoy aquella amenaza se transformó en un escueto «Made in China».
Ocurrió, sin embargo, aquello que nunca imaginamos, que el gigante de la amenaza estaba en nuestro continente y no al otro lado del mar. Despertó de súbito, cambió el discurso, nos pegó la desconocida. Y nosotros estábamos en otra.