Tengo un amigo que detesta la expresión popular «sí o sí», que la oímos a cada rato en oraciones sin salida. Es curioso porque cada vez oigo menos frases «si o no». Me referiré a estas últimas. Lo medité y concluí que la gente le tiene miedo al «no», adverbio que resuelve situaciones con claridad. Nada más seco que un «no», que corta como un cuchillo. En vista de este temor, la modernidad cibernética reemplaza al no, con otros recursos que lo empañan, le quitan fuerza, no son categóricos. Por ejemplo, ante una propuesta de un negocio o una oferta de venta las alternativas son: «acepto» vs «recordármelo más tarde».
Así las cosas, la hora final del no se acerca, están inventando nuevas formas más suaves (más hipócritas) para un rechazo que debería ser taxativo.