NEIL ARMSTRONG en la TV australiana contando el alunizaje.
Desde el regreso a la tierra del vuelo
Apolo 11, el 24 de julio de 1969, el comandante de la misión, Neil
Armstrong habló muy poco. Se abstuvo de contar sus experiencias.
Sólo sus compañeros que vivieron con él esa auténtica aventura
real Michael Collins y Buzz Aldrin hablaron harto sobre ese viaje.
Hasta hoy Aldrin lo hace. Pero, Armstrong hizo mutis por el foro.
Todos los interesados en este apasionante tema deseaban oír al
comandante del vuelo; pero no. Se llegó a decir incluso que había
sufrido trastornos mentales luego del stress de esa experiencia en la
luna y otras afirmaciones supersticiosas acerca de su persona, nada
más que por su decisión de mantenerse alejado de los medios.
Sin embargo, en un discurso en la Casa Blanca ante el Presidente
Clinton (20 de julio de 1994) dijo una frase que tendría muchas
interpretaciones: «Hay grandes ideas que no han sido descubiertas.
Hay avances disponibles para quienes puedan remover los velos que
cubren la verdad». Evidentemente la afirmación dio paso a
especulaciones que no fueron aclaradas y acrecentó las versiones de
su estado a la vez que otros dijeron que quiso hacer referencia a
asuntos de origen extraterrestre.ARMSTRONG saluda al Presidente Clinton en la Casa Blanca. A la derecha, en su discurso ante las máximas autoridades de EE.UU., pronuncia su enigmática frase.
En 2011, un año antes de su muerte (25
de agosto de 2012), Neil Armstrong, ofreció por primera vez una
entrevista para referirse al primer vuelo a la luna. La concedió a
la televisión australiana, canal CPA. Y su etrevistador Alex Mallei
no dudó en calificarla como un golpe de suerte la decisión del
primer hombre en caminar en la luna de abordar ese
acontecimiento públicamente.
Oí y vi la entrevista y saqué una
transcripción que incluyo. Al final está el link correspondiente.
Nelson Palma
ENTREVISTA A NEIL ARMSTRONG EN LA TV
AUSTRALIANA 2011
El
12 de septiembre de 1962 el Presidente norteamericano John Kennedy
pronunció su vibrante y audaz discurso para que Estados Unidos
asumiera el liderazgo del primer vuelo a la luna el que debería
cumplirse antes de que terminara la década (los 60'). Conviene
recordar que para entonces la ex Unión Soviética estaba a la cabeza
de la carrera espacial y que Norteamérica iba detrás.
Dijo
el comandante Armstrong:
---El
discurso del Presidente fue un reto enorme, la NASA se había formado
recién cuatro años antes y nuestra única experiencia humana en el
espacio la tenía Alan Sheppard con apenas 20 minutos fuera de la
atmósfera y más todavía tratándose de un vuelo suborbital. En
cambio los rusos ya habían realizado vuelos tripulados en órbita
terrestre. El espacio era un gran océano que había que navegar y el
Presidente dio los lineamientos para que fuéramos los primeros y eso
enganchó muy bien la aprobación y el entusiasmo de la opinión
pública.
---Un mes antes del vuelo del Apolo 11
evalué que teníamos un 90% de probabilidades de ir y regresar
seguros; y respecto de lograr un aterrizaje exitoso en ese primer
intento era de mitad y mitad. Había muchas cosas desconocidas entre
el orbitador lunar y la superficie que no habían sido demostradas en
las pruebas y que podían obligarnos a abortar el intento y regresar
sin haber hecho el aterrizaje. Se trataba de la ecuación
riesgo=recompensa. Tú aceptas un nivel de riesgo que se pueda medir
entre lo que puedas lograr y lo que no puedas lograr frente a la meta
que te propones. Este es el tipo de balance que todos hacemos
siempre. Durante los preparativos me concentré más en los pequeños
progresos que íbamos consiguiendo, que eran miles; cómo nos íbamos
acercando, etc. No pensaba demasiado en la meta.
---Cuando mis jefes me llamaron y me
preguntaron: «¿Estás listo
para el Apolo 11». Bueno, dije, hubiera sido ideal disponer de un
mes más. Pero, estábamos en una carrera, con competidores al
frente, así que respondí: «Sí, estamos listos. Vamos».
---El
día del lanzamiento (16 de julio de 1969) sólo pensábamos en eso.
Estábamos tensos, pero al mismo tiempo existía un cierto relajo. Y
la razón de esto último se debía a que esos cohetes (Saturno V)
usualmente no salían a tiempo. Siempre te dicen estamos atrasados un
par de minutos y después dicen que hay que esperar hasta el día
siguiente. Así que para qué ponerse tan nerviosos ahora. Sin
embargo, estábamos a bordo haciendo nuestras cosas cuando los
motores encendieron y salimos diparados directo a la luna. Fue una
sorpresa para nosotros que el lanzamiento no se postergara.
LOS ASTRONAUTAS de Apolo 11 realizan sus trabajos en la superficie lunar.
---Bajar
a la luna fue una de las partes más complejas de todo el vuelo.
Porque ocurrían muchas cosas simultáneamente y no teníamos tiempo
para atender situaciones anormales que pudieran presentarse. A la mitad del
descenso la computadora que quejó contra nosotros con su alarma de
que estaba ocurriendo un problema sin admitir su propia
responsabilidad, porque así son las computadoras, no asumen (sonrisas). Yo no
podía comprender la razón de esa alarma. Las quejas del equipo
seguían o la alarma continuaba sin parar. Así que consulté al
centro de control de la misión en la tierra para que nos ayudaran a
resolver el problema y la respuesta llegó rápido: «Ustedes están
en lo correcto, así que prosigan». Al fin resultó un problema de
sobrecarga del computador, sin embargo la parte central de ese equipo
nos estaba dando posición y navegación en forma precisa, eran
buenas noticias. Precisamente el computador nos mostró que el punto
del intento de alunizaje era una locación que evaluamos como muy
mala: un cráter de unos 100 ó 150 metros de diámetro con borde muy
inclinado y elevado, No era un lugar adecuado. Por eso tomé el
control manualmente y manejé al módulo como si hubiera sido un
helicóptero. Era una acción arriesgada pero valía la pena, no podíamos quedarnos en un cráter. Por tanto, por la observación y el sobrevuelo, casi nos quedamos sin combustibles. Cuando alunizamos nos dimos cuenta que nos quedaban
apenas 20 segundos de fuel. Terminada esta parte de la
operación, nos miramos con mi compañero (Buzz Aldrin) y nos dimos
la mano, pero nada más, había mucho trabajo por hacer (20 de julio
de 1969).
---De
inmediato me comuniqué con nuestra base en la tierra y dije la frase
más importante de todo el proyecto: «Aquí base Tranquilidad, el
módulo Águila ha aterrizado». Para mí esa frase se trataba de la
firma al pie del programa. Se había cumplido la meta pedida por el
Presidente.
---Sabíamos que sobre la superficie de
la luna en general la temperatura es alta, por encima del punto de
ebullición (100° C) y temíamos que eso pudiera afectar los
líquidos y los fluidos del módulo de alunizaje. Los efectos
térmicos nos preocupaban. Si tales efectos se producían debíamos
despegar inmediatamente, salir lo más rápido de ahí. Pero,
observamos que las cosas iban bien así que decidimos permanecer más
tiempo, manteniendo eso sí, mucho ojo durante las primeras horas...
Aterrizar fue más importante que bajar del módulo y poner los pies
en la arena y estar parados en la superficie, aunque no le quiero restar su verdadero mérito. Pero estábamos conscientes de que no habríamos llegado si
no hubiéramos estado en competencia con la URSS. Llevábamos una
placa con los nombres de todos los astronautas, de ambos lados, que
no pudieron ver este evento y la pusimos sobre la arena. Ese fue un
momento muy emocionante, especial y memorable. Y sin embargo, fue
algo tan breve. Los check lists teníamos que cumplirlos. No
estábamos ahí para meditar sino para hacer lo que había que hacer.
---Cuando regresamos al módulo, yo
tenía una llamada de alguien especial y no pude decir «después,
ahora estoy ocupado» sino que tomé el teléfono. Se trataba del
Presidente de Estados Unidos llamándome desde la oficina oval en la
Casa Blanca (Richard Nixon). Fue un agradable mensaje de
congratulaciones de su parte en nombre de toda la gente involucrada
en el proyecto. Fue una sopresa grata. Y de nuevo: hay trabajo que
hacer, así que ¡a trabajar!
---No quiero pasar por alto un detalle importante, cuando
bajamos del módulo se produjo un pequeño problema. Nos habíamos
puesto los trajes especiales, muy incómodos, que además incluían
una mochila que debíamos llevarla a todas partes. Y dentro del
módulo estábamos en un ambiente muy estrecho. Mi colega (Aldrin) que
bajó después de mí, golpeó sin querer con su mochila uno de los
paneles junto a la escotilla y el tablero quedó flojo, tenía que
ver con los sistemas de freno. De modo que tan pronto regresamos, nos
pusimos a trabajar para fijarlo de nuevo. Tuvimos que usar como
herramienta un lápiz de pasta porque el panel se había
desenganchado. Con un par de golpes con las manos lo ubicamos en un
posición. Eso fue como haber contratado un pequeño seguro de
supervivencia.
UNA PLACA recordatoria con los nombres de los astronautas muertos en los intentos previos fue dejada en la luna por los tripulantes de Apolo 11.
---¿Sobre quienes dicen que nunca fuimos a la luna y que todo ha sido un montaje? Mire, no sé cuántas veces lo he dicho, pero a la gente le encantan las teorías conspirativas. Son muy atractivas. A mí nunca me han preocupado porque sé que algún día alguien volverá a ir a la luna y recogerá la cámara que yo dejé allá. Eso se los puedo asegurar. Además la NASA está integrada por miles de persona y sería muy difícil evitar que al menos una de ellas no fuera capaz de mantener el secreto (risas).
----
MI
CONCLUSIÓN
Ese
vuelo fue fantástico. Lo seguí con nerviosismo a través del relato
radial de la Voz de América y vi las imágenes en directo que
transmitía la televisión con las actividades de Armstrong y Aldrin
en la superficie lunar. Fueron emociones que permanecen en la
memoria.
Esta
entrevista concedida por el comandante de la misión, el astronauta
Neil Armstrong, me llenó de satisfacción por los detalles
desconocidos, las vivencias a bordo del módulo Águila, durante
aquellos 12 minutos de miedo mientras bajaban a la superficie. Porque
ese tiempo y algunos segundos duró el descenso luego de
desconectarse el Águila del módulo lunar que permanecía en órbita. Armstrong, como se pudo leer en la
transcripción de más arriba, dijo cosas muy humanas, que nos
ocurren a todos en el diario vivir, pero trasladadas verdaderamente a
otro mundo.
Pilotar la nave de descenso manualmente por el imprevisto que se
presentó. Estrecharse la mano, los dos hombres luego que se posaron
correcta y felizmente. Pero...
Las
exigencias eran tantas, que a los programadores del vuelo se les
olvidó brindarles al menos una hora de recreo mientras caminaban
por la luna. Haberles permitido mirar el entorno con calma, como
cuando uno observa un paisaje y se queda arrobado por la belleza. Un
tiempo para pensar, para meditar, reflexionar sobre la humanidad y su
destino. A lo mejor de esas mentes pudo haber brotado una poesía, un
relato inesperado de emociones y subjetividades valiosas para el
género humano. Nada de eso se les condió. Por el contrario, se los
recargó de trabajo, para sacarle el mayor provecho político posible
a la expedición. La ciencia estaba primero, la economía después.
La persona, me refiero a cada astronauta, fue olvidada.
Sin
decirlo directamente Neil Armstrong lo insinuó en esta entrevista:
los check list no dieron tiempo para nada. Había que ir haciendo los
trabajos uno tras otro, sin descanso... Valga este relato y esta
experiencia muy importante para que los programadores de los próximos
viajes a planetas vecinos no se centren sólo en la ingeniería sino
que le den una ventana a la dimesión humana de los astronautas.
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El
link de esta entrevista:
https://www.youtube.com/watch?v=KJzOIh2eHqQ&t=639s