Quizá una idea sea afirmar que es la clase que está en medio de los extremos, o sea que no es ni pobre ni rica, ni explotadora ni explotada y que goza de una buena formación intelectual. En un tiempo esta clase media llegó a ser casi el 70 por ciento de la población.
Sin embargo, el cruel modelo económico que nos domina apunta en la dirección contraria a fortalecerla. Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres, arrastrando estos últimos a la clase media. He aquí la preocupación que señalábamos al inicio. Si la cosa sigue como está, sin ayudas sustantivas, sin estímulos, las clases medias declinarán y quedarán afuera de esa denominación. Y cuando todas quedan afuera, sin ayudas y enfrentadas al desdén de los poderosos, terminará por desaparecer. De ese modo, una sociedad del futuro no tan lejado tendrá solo dos clases: los súper ricos despegados de la realidad y los pobres clasificados según diversos niveles de pellejerías.