Entrada al túnel del cementerio nuclear de Onkalo, Finlandia. |
El gobierno de Finlandia construye un túnel y al final una enorme cavidad en
roca de granito para depositar a 500 metros de profundidad las 1.200 toneladas
de basura nuclear producida por sus cuatro centrales atómicas para la
generación de electricidad. El lugar se llama Onkalo (oculto en finés). La decisión es responsable y acertada, esconder bajo tierra lejos del
alcance de la curiosidad humana en un bosque cerca de la costa occidental del
país los desechos mortalmente contaminantes.
Si bien la construcción subterránea busca la seguridad de los seres humanos, surgen serias dudas respecto del futuro lejano. El tema ético de nuestra responsabilidad como raza hacia nuestros descendientes fue la trama de la celebrada película Into Eternity, del género documental, dirigida por Michael Madsen, cineasta de 44 años. El cementerio nuclear de Onkalo deberá permanecer aislado y cerrado herméticamente para el ser humano durante 100.000 años, tiempo en que los residuos volverán a ser neutros. Durante todo ese período el recinto esconderá un tipo de fuego calcinante que no se ve, que no se huele y que no se siente porque está más allá de nuestros sentidos, pero que mata en sólo segundos al ser vivo que se exponga directamente. De allí que deba permanecer oculto para siempre como una maldición.
Si bien la construcción subterránea busca la seguridad de los seres humanos, surgen serias dudas respecto del futuro lejano. El tema ético de nuestra responsabilidad como raza hacia nuestros descendientes fue la trama de la celebrada película Into Eternity, del género documental, dirigida por Michael Madsen, cineasta de 44 años. El cementerio nuclear de Onkalo deberá permanecer aislado y cerrado herméticamente para el ser humano durante 100.000 años, tiempo en que los residuos volverán a ser neutros. Durante todo ese período el recinto esconderá un tipo de fuego calcinante que no se ve, que no se huele y que no se siente porque está más allá de nuestros sentidos, pero que mata en sólo segundos al ser vivo que se exponga directamente. De allí que deba permanecer oculto para siempre como una maldición.
Para tener una idea de las escalas del tiempo
baste imaginar que hace cien mil años en la tierra vivían nuestros ancestros los australopitecus.
El problema es entonces cómo avisarle a los humanos de aquel lejano futuro que
bajo tierra en Onkalo está sepultada la muerte para que ellos no se aventuren a
destapar su contenido. Surge, en consecuencia, la necesidad de establecer un
código que permita una comunicación con aquellas personas del porvenir remoto. Hasta ahora, y según la experiencia, no existe un código o
lenguaje que perdure tanto tiempo. Prueba de ello es que todavía no hemos sido capaces de descifrar
mensajes de las tumbas de los faraones que fueron enterrados hace cinco mil
años, ¡cómo sería en 100.000 años!
El túnel de Onkalo será tapiado y cerrado el 2120 y deberá permanecer así por 100.000 años.
|
El problema es ético: poner en sobre
aviso a esa gente que por favor no destape Onkalo. Porque en esas lúgubres
profundidades hay radiación en todas partes por culpa de
los hombres de los siglos XX y XXI porque usaban energía nuclear.
La basura atómica comenzará a ser
depositada en cápsulas recubiertas de cobre a partir del 2020. Desde esa fecha
Onkalo seguirá recibiendo desechos hasta
el 2120 para entonces ser tapado definitivamente. “No entre aquí por favor,
¡por su vida váyase de acá y no vuelva nunca más!" "Olvídese que ese
lugar existe". Tales frases parecieran ser la idea que se debe transmitir
de generación en generación. La cuestión es que siempre habrá que acordarse de
olvidar. La película exhibida por un
canal de cable termina con la voz de una soprano cantando:
“...que duerma
toda esperanza, que duerma todo anhelo. Abandono los recuerdos de lo
bueno y de lo malo. Soy una cuna mecida por una mano en lo más profundo de la
cripta. Silencio…”