Tuesday, November 25, 2008

CASEY JONES: EL HÉROE DE LOS FERROVIARIOS

El ingeniero maquinista Casey Jones.
      Por aquellas revistas de cómics editadas en México y difundidas en nuestros países latinoamericanos de aquellos tiempos sin televisión, conocí a ese personaje muerto hace 108 años en un accidente ferroviario cerca de Vaughn, Estados Unidos: Casey Jones.

          Un tipo joven, su fallecimiento ocurrió cuando tenía 37 años. Había cumplido hacía muy poco su sueño, ser ingeniero ferroviario. Casey Jones es un ejemplo de aquellas personas capaces de convertirse en héroes de alcance nacional; en su caso desde el modesto oficio de maquinista de locomotoras. Y no fue que saltara a la fama por su muerte épica, consciente y voluntaria, sino que en el desempeño de su trabajo ya era un tipo notorio entre los pasajeros del ferrocarril en el medio oeste.

      Y razones había. Por ejemplo, la historia cuenta la anécdota que era el maquinista más puntual de todos los conductores de su tiempo. Tanto así, que cuando su tren llegaba y se detenía en la estación, la gente ponía sus relojes a la hora.

   Casey Jones había arreglado su locomotora a vapor personalizando el pito de la máquina. Colocó varios tubos sincronizados, los que a cada silbato sonaban como un arpegio de suave a máximo y a suave. Cuando su tren de pasajeros atravesaba los campos durante las quietas noches de verano, los campesinos oían desde sus camas el silbato nocturno y decían amodorrados y en voz baja “Ése es Casey Jones conduciendo para Chicago”.

      Una noche de abril de 1900, sería el último viaje del querido maquinista. Cuando conducía su tren, entró en una curva percatándose que centenares de metros más adelante había otro convoy detenido en la vía principal por la que él debía pasar. Jones le gritó a su ayudante para que saltara, unos 300 metros antes del impacto. En seguida, aplicó los frenos y puso la máquina en reversa. En poco segundos, redujo la velocidad a unos setenta kilómetros por hora.

       Casey Jones guió con tal maestría su locomotora en los metros finales, que el impacto destrozó completamente los vagones del tren de carga detenido. Sin embargo, entre los pasajeros de su convoy no hubo heridos. La única víctima fatal del choque de aquella noche fue Casey Jones. Contaron los rescatistas que cuando llegaron a su cuerpo entre los hierros retorcidos de la máquina para retirarlo, la locomotora lanzó su último silbato característico, porque el maquinista mantenía una mano aferrada a la cuerda que lo accionaba.

      Su historia se hizo pronto muy conocida, hay monumentos y recuerdos en su memoria y hasta una canción popular. Por algún motivo, desde niño admiré a Casey Jones.
(En la foto de abajo, la locomotora 382, de Casey Jones, una de las más rápidas del servicio ferroviario de Illinois de fines del siglo XIX.)

Friday, November 21, 2008

ATACAMA SIN REPRESAS



        Son miles los turistas de todo el mundo que se maravillan y recorren las dunas y las planicies de nuestro Desierto de Atacama. Fotografían los colores increíbles que reflejan los cerros cada atardecer. La desolación de sus paisajes lo convierte en un lugar único en el planeta.
       Pero, ese territorio, como de escenografía cinematográfica, está atravesado por torres de transmisión eléctrica, que llevan energía a los centros mineros. Las estructuras están allí y permanecerán por mucho tiempo. El Desierto de Atacama, no obstante, se sobrepone al quiebre paisajístico de los cables. A pesar de las torres, el ojo humano se regocija en la Creación de sus montes, colinas, valles y quebradas. Territorio yermo a simple vista, pero rico en recursos.
     Los ecologistas que defienden la Patagonia sin torres eléctricas tienen en el desierto un buen ejemplo para alentar su mensaje. Y esta semana recibieron una ayudita, que posterga sin plazo definido los proyectos de la empresa Hydroaysén.
    Como en su momento nadie defendió al desierto de las torres de alta tensión, propongo una cruzada cuyo slogan sea: Desierto de Atacama sin Represas.

Friday, November 14, 2008

CHASCARROS DE JAMES EN BOND EN PARANAL

Ingreso al hotel La Perla de las Dunas, donde se filmó la película con 007.
¿Qué es Paranal? ¿Un cerro? ¿Un observatorio astronómico? ¿Un estudio cinematográfico?

Todas estas preguntas tienen por respuesta un rotundo sí.

El cerro Paranal está en la II Región cerca de la caleta de Paposo, 140 kilómetros al sur de Antofagasta. Tiene 2.600 metros de altitud. En la cumbre se yerguen cuatro enormes y modernos telescopios y desde ahí también se puede ver el mar.
En el cruce del desvío al observatorio y el camino que baja a la costa, hay un aeródromo. A medio andar entre el cruce y la cumbre del Paranal se abre un vallecito donde están las instalaciones de apoyo, laboratorios, equipos de mecánica y un gimnasio. También allí, pero orientado hacia el oeste, está semienterrado en la arena el hotel La Perla de Las Dunas.
El autor de esta nota dentro del hotel La Perla de las Dunas.
Tres kilómetros más arriba se llega a los telescopios instalados dentro de esos edificios metálicos con aspecto de robot de 40 metros de altura cada uno, sin los domos de los observatorios tradicionales, porque éstos son instrumentos del siglo XXI.

Paranal, sin embargo, fue además temporalmente un estudio cinematográfico. La Perla de las Dunas albergó indistintamente a astrónomos provenientes de cualquier parte del mundo, pero también a artistas cinematográficos durante el tiempo en que se rodó la última película del agente 007.

En ese ambiente cargado de científicos cosmopolitas y personal chileno se filmó “Quantum of Solace”.
La Perla de Las Dunas, el hotel escondido bajo tierra dispone de un microclima interior artificial, con abundante vegetación del trópico, --lo que es insólito para un recién llegado--. En el comedor de ese hotel se vieron las caras el personal del observatorio y los artistas, entre ellos Daniel Craig (James Bond), su doble –igualito, al decir de quienes los vieron—y la chica Bond también con su doble.

La persona que me contó estos detalles trabaja para Paranal y me dijo, durante el almuerzo en La Perla de Las Dunas, que Bond en una oportunidad se había sentado en el mismo asiento en el que me hallaba yo en ese momento. De modo que lo mejor sería callar y oír historias de Bond fuera de pantalla.
“Ten cuidado con las escenas que se producen en el avión. La chica Bond se ve estupenda, pero, ojo. No es ella, es su doble, que es un hombre vestido de mujer y con peluca”, me advirtió mi amigo.

“A Bond le costó pronunciar un parlamento que tenía que filmar junto a los telescopios. Era una frase cortita para amenazar a los malos. Pero, no le salía y repetía y repetía. En el intertanto nosotros esperábamos que terminara el asunto para subir un espejo en un camión con balizas y escoltas. Hasta que el director aprobó y a nosotros nos dieron la orden de iniciar la marcha de subida. Íbamos en lo mejor cuando viene Bond bajando en un boogie. Yo comencé a gritarle ¡move aside!, ¡move aside! (¡sale!, ¡sale!) y él no me hizo caso. Como yo no podía detener el camión y Bond no despejaba la pista le grité en chileno: Sal de ahí conchas de tu… Y salió el tipo y nos quedó mirando como preguntándose ¿qué onda?”, agregó mi interlocutor.
Las tallas de Bond seguirán recordándose por muchos años en cerro Paranal. Una construcción hecha especialmente para el personal de la película, en el vallecito donde están las instalaciones de apoyo, se llama hoy B-22 (Bond, película Nº 22).

Entonces le pregunté a mi amigo que me explicara la explosión que aparece en la película, que se registra cerca de los telescopios. Y me respondió sin satisfacción:
“Yo creo que ahí la embarraron, en la película hicieron volar todo este hotel donde estamos almorzando. Lo hicieron polvo. No quedó nada en pie. Una pena que haya tenido ese final La Perla de las Dunas.

Después de la pena nos reímos y le dije que en vez de llamarse Quantum of Solace, la película filmada en el desierto de Atacama debió titularse La Perla de las Dunas.

Y mi amigo estuvo muy de acuerdo.