Tuesday, August 19, 2008

HASTA DONDE NOS DÉ EL CUERO


¿Qué giro adoptarán los juegos olímpicos en el futuro? Es una pregunta que seguramente no se plantean todavía en el comité organizador. Sin embargo, la respuesta ya está escrita en los genes de los atletas: el límite de las capacidades físicas del ser humano.

A los espectadores de los juegos nos atrae la incertidumbre de quién ganará una prueba específica, a qué país representa y cuál será, si es posible, el nuevo record. Son tres variables que conjugadas producen el encanto olímpico. Pero va a llegar el día en que una de esas variables no podrá ser modificada: el récord final, que estará dado por el rendimiento extremo del cuerpo humano más excelso.

Si hablamos de velocidad, ¿cuál será marca aun no lograda que se convertirá en el registro final? Todavía queda tiempo para sorprendernos y maravillarnos con nuevos record. Pero, el límite se presentará algún día.

Veamos una comparación. Gordon Moore, uno de los fundadores de Intel, se dedicó a extrapolar el avance de las potencialidades de los microprocesadores y concluyó que la capacidad informática de éstos se duplica cada año. A esta progresión matemática se la denomina Ley Moore.

Sin embargo, Bill Gates estima que la Ley Moore sólo será aplicable en diez años más. Después ya no se cumplirá “porque será cada vez más difícil ampliar la tecnología a las tasas del pasado”.
Eso creo que ocurrirá con los récords. Cada vez, las marcas de velocidad o de cualquier otra disciplina en la que concurra el cuerpo humano, serán más estrechas hasta el límite. Puede que nuestros descendientes salten alborozados cuando un atleta marque un nanosegundo (millonésima de segundo) menos que la marca anterior, una vez cada cien o doscientos años.

¿Sólo por eso perderán su atractivo las olimpiadas? No, de la antigua Grecia saltaron a los tiempos modernos para continuar. Podemos extrapolar lo que podría ocurrir en el futuro, pero no sabemos qué giro pueden tomar los juegos, al punto que puedan convertirse, incluso, en eventos más atractivos mañana de lo que son hoy.

Thursday, August 14, 2008

LAS VOCES QUE DESAFIARON AL TIEMPO

      La muerte reciente, por causas naturales, del excelente Isaac Hayes marcó, al menos para mí, el cierre de una época extraordinaria del soul.

      Hayes murió el 10 de agosto de 2008, en Memphis, a los 65 años. Su voz profunda la recordaremos y junto con eso su clásico Tema de Shaft será registrado por la historia.
     Una combinación maravillosa de instrumentos electrónicos, bronces, percusión y un ritmo que cala, nos recordará por el resto de nuestras vidas, esta magnífica composición musical de Hayes, que narra como en la serie de TV, la vida de John Shaft, un policía neoyorkino incomprendido.

      Si usted quiere escuchar el Tema de Shaft pulse abajo y puede que comparta mi admiración.


       Otra voz que fue acallada mucho antes, Marvin Gaye (+1984) pasará a la historia con su fenomenal Sexual Healing. Creada por Gaye mientras estaba en Bélgica, llegó a ubicarse en los primeros lugares de las encuestas disqueras.

Una versión periodística, nada que ver con el artista, lamentó su muerte, pero le lanzó una palada de tierra cargada de olvido. Dijo una nota de la agencia norteamericana AP que con la vida artística de Gaye nunca pasó nada, salvo Sexual Healing. Pronto ya nadie lo recordará, decía impúdicamente aquel texto de prensa. 

Si a lo anterior sumamos la circunstancia de la muerte del cantante, fue todavía mucho más duro leer eso. Gaye murió de un balazo disparado por su padre en una discusión familiar el 1 de abril de 1984. Desde entonces Sexual Healing y muchas otras canciones como Let's get it on siguen oyéndose aventando esa palada de olvido echada por una nota periodística. 

Tuesday, August 12, 2008

LA SERPIENTE DESCRITA POR HERNÁNDEZ PARKER



     A un desaparecido maestro del periodismo, Luis Hernández Parker, HP (foto), en uno de sus comentarios Tribuna Política de la ex Radio Portales, hacia finales de los sesenta, le oí decir que Santiago tendría en los años venideros un tren subterráneo o metro, como las grandes capitales.

     Recuerdo que HP se refirió más o menos en los siguientes términos al avance modernizador del transporte público en Santiago. Dijo: Un día no muy lejano, Santiago será distinto porque incorporará el servicio del metro. Entonces veremos diariamente a una serpiente de acero deslizarse suave y rápidamente por el subsuelo de la ciudad.

      Para entonces, el metro era un sueño y HP nos dio una visión, acorde con sus tiempos. Cuando lo oí, con su voz carraspeada, hablarnos de la serpiente de acero, me imaginé vívidamente ese tren subterráneo culebreando por túneles subterráneos.

           Cuando por fin se construyeron los primeros tramos del metro, este medio de transporte limpio y puntual, se convirtió de sueño en orgullo nacional. A los turistas se los invitaba a viajar en metro: limpio, rápido, suave, holgado, moderno. Estábamos todos ufanos.

    La ciudad siguió creciendo. La gente se fue a vivir cada vez más lejos y las líneas se multiplicaron. Hoy las serpientes de acero son centenares. Lo que no imaginó HP y con esto no se lo reprocho— fueron esas serpientes de sangre caliente, integradas por seres humanos, que se agolparían en las escalas cada día tratando de conseguir un lugar. Adiós sueño, chao orgullo nacional.

Tuesday, August 05, 2008

EL MEJOR DE TODOS MIS REPORTEROS



   Una forma de viajar es soñar. Y para que el soñar sea más real que un simple sueño, hay que inventar. Como entonces quería viajar y no podía, inventé a alguien que lo hiciera por mí, un corresponsal en viaje que iba por el mundo enviándome noticias cada día. Y para que esto fuera todavía más concreto, a mi corresponsal le puse un nombre: John Callaway. Y para abundar en la verosimilitud yo escribía las notas que supuestamente me reportaba Callaway desde cualquier parte y las publicaba, en un diario real (eso lo expliqué a mis lectores reales). Llegamos a un acuerdo con John y lo "contraté" para que trabajara para mi publicación.
      De modo que tuve a mis lectores pendientes de los percances y chascarros de Callaway por meses, mientras yo atendía los servicios internacionales de ese periódico hoy desaparecido.
    Está claro que los reportes de Callaway no dieron nunca un golpe periodístico en los lugares remotos en los que se encontraba, pero sí entregaron una percepción imaginaria de lo que allí estaba ocurriendo. Eran un punto de vista subjetivo, un relato en primera persona. Por eso yo le tenía estima a Callaway y le "ordenaba" desde mi modesto escritorio provinciano desplazarse urgentemente a tal o cual parte del orbe. Si estaba en Saigón (Vietnam), Callaway preparaba sus maletas, abandonaba el hotel, tomaba un taxi, se iba al aeropuerto y volaba a El Cairo, lugar al que yo le había pedido que viajara. Desde allí me hacía el reporte solicitado. Y ese reporte lo leía la gente, clientes del diario en el que yo trabajaba.(*)
       Era un juego divertido que me entretenía. Era soñar con los ojos abiertos. Imaginaba que la tarea de mi corresponsal debía haber sido extenuante, viajar y viajar por todo el mundo: comprar boletos aéreos, reservar hoteles, ir al foco de la noticia para reportear, volver al hotel a despacharme su informe. Ese periodista no veía nunca a su familia, su hogar eran los hoteles y los aeropuertos los sitios donde pasaba la mayor parte del tiempo, esperando las más alocadas conexiones. Nunca protestó por las órdenes que yo le impartía. Siempre obtuve de él la misma respuesta: ok sir!
       Sólo una vez me pidió venir a Chile. Tenía interés en cubrir la noticia del hallazgo de los uruguayos perdidos en Los Andes. Rechacé su solicitud, porque tenía servicios suficientes aquí.
     Quizá por esa negativa, perdí la oportunidad de "conocer" a John personalmente. Me caía en gracia por lo encendido de sus informes, pero, sobre todo, por su dedicación al trabajo. Una vez en Washington reporteando un cambio de presidente para mi diario, terminó su despacho señalando que el día había sido tan agotador que terminaba su informe desde el bar del hotel Baltimore junto a un vaso de whisky on the rocks. Le perdoné el giro frívolo de su actuar en virtud de su esfuerzo. Porque, además, al día siguiente Callaway debía agarrar su maleta, dejar temprano el Baltimore y dirigirse al aeropuerto Dulles. Desde Concepción, Chile, yo le había ordenado volar a Manila, para que me preparara un informe lo más completo posible del movimiento rebelde de Mindanao, que amenazaba el poder del filipino Ferdinando Marcos.
      Así era la vida de Callaway. Luego de meses de trabajo decidí terminar con sus servicios. Cuando le comuniqué la decisión, mi corresponsal estaba en Nepal, reporteando, a solicitud mía, una nueva expedición al Everest. Ningún periodista como él ha estado en tantos lugares y en la cobertura de noticias tan relevantes. Creo que ninguno como él gozaba tanto reporteando.
     Cuando sus crónicas dejaron de aparecer en el diario de Concepción, algunos lectores amigos me preguntaron que qué había pasado con John. Les dije que por razones de fuerza mayor habíamos tenido que terminar y que en Nepal había enganchado de inmediato un nuevo empleo en una agencia internacional de noticias.
     Hoy cuando han pasado tantos años, John debe seguir viajando por el mundo, saltando de noticia en noticia. Imagino que debe estar en primera fila, en la cobertura de las olimpiadas de Beijing; porque el mejor reportero es el que creas tú mismo.
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(*) El diario era Noticias de La Tarde y el público sabía o intuía que la comuna la firmaba un reportero imaginario, aunque los hechos narrados eran reales, obtenidos de las agencias de noticias serias.

¿SE HAN FIJADO QUE LOS ECONOMISTAS METEN MIEDO?

Debe haber alguna razón por la que economistas –imagino que del sector especulativo de la economía—se dedican a hacer pronósticos. Nunca he leído o escuchado de ellos vaticinios optimistas. Son garúes de los malos resultados, de las escasas ganancias, de las alzas desmesuradas, de un futuro negro.

Son economistas con nombres y apellidos que viven a la sombra de grandes empresas, de institutos, de universidades, de organismos internacionales. Y desde ahí ejercen su tarea de predecir porvenires caóticos.

Esta gente tiene harta prensa para cuando hacen sus anuncios, pero desaparecen de las cámaras cuando expiran los plazos para que tales anuncios se cumplan. Nadie dice nada y la prensa no los busca para que den las explicaciones del porqué de sus predicciones erradas. Los lectores nos quedamos con el susto inicial, susto que desaparece cuando la realidad dice presente. “Los porfiados hechos”.

Estos economistas no perciben dinero por hacer sus anuncios sombríos en ruedas de prensa. A quienes sí comprendo cuando no aciertan es a los meteorólogos. Ellos hacen sus pronósticos buenos o malos, que se cumplen o no, pero viven de eso. Se ganan la vida de ese modo. En cambio los economistas agoreros meten miedo gratis.

Veamos una muestra. Leo El Mercurio on line de hoy dice: Economía crece un sorpresivo 5% en junio. Analistas (economistas) estimaban que el Indicador Mensual de Actividad Económica, IMACEC, de junio llegaría a un 3,1% en promedio.

No sigamos más con este asunto, ejemplos, tenemos por montones.