Wednesday, April 23, 2008

LOS LIBROS VIVIENTES


No todos los hombres –y mujeres-- merecen ser considerados libros en sí mismos. Incluso, libros que narran las historias de los más conspicuos del pasado, no incluyen todos los pasajes de sus existencias. En La Odisea, Homero dejó afuera varios episodios de la vida de Ulises, por considerarlos fomes. O sea, el rey de Ítaca también tuvo a veces, un pasar rutinario que no merecía quedar impreso, de acuerdo con Homero.

La Odisea, de Homero, estaba entre los libros que la asistente de la biblioteca del Hospital de Trabajador, llevaba en su carrito con el que recorría el recinto pieza por pieza visitando a los pacientes para ofrecerles literatura. Los consumidores de libros de ese establecimiento tienen tiempo suficiente para meterse en las aventuras y fábulas de los personajes reales o imaginarios de las novelas.

Hablé con uno de esos lectores, Pedro Aguilar, quien permanecía en cama, entubado, pero lúcido. La funcionaria del hospital le había dejado recién un libro fresquito en su velador: La Odisea.

Aquel paciente era un pirquinero. Su propia historia cuenta que mientras trabajaba, cayó al fondo de un abismo de sesenta metros. Lo rescataron en medio de la oscuridad y del dolor. Estaba fracturado entero. Lo llevaron al hospital para las primeras atenciones, en esa lluviosa noche de 1973. Desde entonces, el pirquinero ha permanecido hospitalizado en total, dieciocho años, en distintos períodos. Para reconstituirlo, lo han sometido a todas las cirugías imaginables.

Cuando me despedí, tomó La Odisea y se sumergió en la lectura. Creo que sus peripecias bien podrían sonrojar al propio rey de Ítaca. Polifemo, el cíclope que devoraba vivas a sus víctimas y que estuvo a punto de descuartizar a Ulises, era un juego de niños, frente al boquerón que se tragó al pirquinero. ¡Ésa vida real sí que es un libro! Y ese “libro” viviente permanecía ante mis ojos, leyendo, acostado, sin piernas, en una cama, en la sala del hospital.

Thursday, April 10, 2008

EL VENDIMIADOR DE CONCHALÍ


(Ficción breve)

Desde los cerros de Huechuraba Douglas Spawlding miró a lo ancho la comuna de Conchalí y la vio tan llena de árboles frutales, que concibió el proyecto cuya idea rondaba desde hacía tiempo en su cabeza canosa. Vio que abundaban los grandes paltos, los nísperos, los durazneros y vio también que los dueños de esas casas-quintas cultivaban enredaderas todas floridas a pesar de ser abril.

Por entre los techos de las casas, Douglas distinguió las hojas rojizas y amarillentas de los parrones. Y vio, gracias a sus binoculares, que la uva estaba madura y apta para el vino. No en vano, el otoño era la estación de los racimos tardíos.

El hombre tenía su historia. Sesenta años antes su padre lo bautizó Douglas Spawlding, inspirado en el nombre del protagonista de la novela El Vino del Estío (Dandileon Wine), de Ray Bradbury. Sin embargo, el Douglas bradburiano permanecía siempre joven, niño, en cambio él, nacido en Conchalí, había envejecido. Alguna vez ambos Spawldings compartieron la misma edad, tal vez, soñaron lo mismo.

Douglas de Conchalí descendió a pie del cerro Huechuraba por el polvoriento camino que lo dejó en el plan y se fue a casa, para poner en marcha su proyecto. Manos a la obra, se echó al bolsillo todo lo que había ganado ese día y subió a su viejo camión Ford, en el que llevaba sus hortalizas para vender en la feria.


Se fue por las calles de Conchalí con su vehículo directo a las casas con los patios más grandes, con los huertos más extendidos. Golpeó puerta por puerta y a los dueños les propuso comprarles toda la uva de sus parrones urbanos. Tan extraño fue el ofrecimiento que nadie supo cuánto cobrar, ni Douglas, cuánto ofrecer. Así, pagó en algunas casas, en otras le regalaron la cosecha y en las menos, no lo tomaron ni en cuenta.

No podríamos afirmar cuánto tiempo tomó a Douglas vendimiar los parrones. Pero, a la caída del sol, su vehículo de carga estaba repleto de canastos, cajones de madera, cajas de cartón y baldes de plásticos llenos de uvas maduras, dulces y jugosas. ¿De qué variedad?: blanca, negra y rosada. Y así, se fue a casa con su camión perseguido por un séquito de abejas y avispas. Había vendimiado todo el día y aún le quedaba dinero en el bolsillo.

Su idea consistía en hacer vino con las uvas de la ciudad. De ese modo daría un giro en su vida, dedicada hasta entonces y por entero a la venta de hortalizas. Haría lo que siempre quiso hacer, construir una fantasía. A la llegada del invierno, Douglas salió de su casa rumbo a la feria con su camión lleno de botellas del más distinto uso, forma y procedencia. Contenían un líquido granate-brillante, que presionaba por descorchar los envases a causa de los bruscos movimientos.

Cuando los feriantes levantaron sus cosas para retirarse, cerca de las cinco de la tarde, el camión de Douglas se había quedado vacío. El viñatero del vecindario vendió por fin todo el producto. Como nunca ese día de junio los clientes de la feria de Conchalí brindaron y bebieron en sus casas un burbujeante vino nacido en los grandes huertos de las casas de la ciudad. Y después durmieron un plácido sueño.

Friday, April 04, 2008

UN DÍA PERONISTA EN CONCEPCIÓN

     En los tiempos de la presidencia de Juan Domingo Perón, en la Argentina (de su primer gobierno: 1946-1952), un relator de fútbol (argentino y muy hincha de ese general) en una transmisión dominical dijo algo así:

«Señoras y señores, el estadio de Boca, con su capacidad completa. No cabe un alma más en las graderías. El viento es mínimo y agradable. El sol está tibio, agradable, también. El cielo diáfano, limpio, celeste. Por el túnel sur viene saliendo el equipo de Boca al campo de juego. El estadio estalla en ovaciones. Es algo indescriptible. Este es un maravilloso domingo de fútbol, una jornada inigualable. No falta nada, lo tenemos todo. ¡Es un día peronista!»

Esta historia me la contó un cantante argentino ya desaparecido que actuó en Concepción, en los setenta, Leo Marini. Cuando me presenté en el hotel El Araucano para entrevistarlo para el diario local, Leo Marini estaba esperándome en el lobby. Saludos de mano. ¡Cómo está, un gusto! El hombre venía muy acicalado. A la sazón debía tener unos 55 años. Un tipo que gustaba mucho a las mujeres por sus baladas románticas y acarameladas.
Yo había concurrido a esa entrevista con un fotógrafo, quien sugirió que las fotos las hiciéramos en la plaza Independencia para aprovechar la luz natural. A Leo y a mí nos pareció una buena idea por lo que nos fuimos caminando para el lugar.

Eran las 11 de la mañana, o algo así, y había un sol esplendoroso. Entonces cuando Leo vio este día penquista maravilloso, me dijo: «Qué lindo día, es un día peronista». Y a renglón seguido me narró la historia descrita más arriba.

Leo Marini en plena actuación.

Sobre la base de esa historia, en mi círculo familiar decimos «un día peronista» para referirnos a un día pleno de trabajo positivo, que ha significado un gran esfuerzo, pero coronado por el logro. Por extensión decimos también un día peronista para significar una jornada complicada, azarosa, demoledora y en el que hubo que soportar muchas vicisitudes.

Thursday, April 03, 2008

LA MEDICINA OBJETIVA MÁS LA FE


El Reiki y la acupuntura, medicinas de origen oriental, ganan terreno entre los médicos convencionales. Los testimonios de personas que han derrotado a enfermedades mortales gracias al uso de esas técnicas, cuentan. De este modo, podríamos acercarnos a un primer paso hacia su institucionalización. Y en este sentido, las opiniones de los facultativos también cuentan.

Sin embargo, ¿Quién paga estas medicinas?, ¿Cómo se implementarían en los hospitales? Esos son los primeros tropiezos. Pero, donde el punto de su institucionalización tiene su mayor obstáculo es en un gran sector dentro de los propios facultativos tradicionales.

Muchos son escépticos respecto de los verdaderos resultados de la medicina oriental. “Es cierto que oímos de cuando en cuando que personas desahuciadas hoy gozan de espléndida salud. Pero, son casos puntuales, más relacionados con la metafísica o las características personales de cada paciente, que de una cuestión objetivable”, dicen en el sector duro.

Y agregan: “¿Cómo sistematizamos ese conocimiento y sus resultados más allá de lo anecdótico? Ése es el punto”.

Y, en seguida --diríamos--, dan una estocada magistral: “en este tipo de medicina oímos acerca de resultados asombrosos, pero nunca hemos oído de fracasos y es precisamente de los fracasos de donde se obtienen las mejores enseñanzas”.

Como decíamos, la medicina alternativa o complementaria se está abriendo paso, no sin dificultades, en nuestra cultura occidental. Médicos aprenden sus secretos y practican abiertamente el Reiki y la acupuntura. No hay nada de malo. El problema es que tropieza con los parámetros tradicionales de la medicina convencional: cuáles son sus métodos y cuáles sus resultados en una relación verdadera de sus éxitos y fracasos.

La acupuntura y el Reiki son técnicas buenas para su aplicación en salud, en esto todos los médicos están de acuerdo, pero ámbas técnicas pertenecen al campo de la creencias y ése es un dominio tan personal como difícil.

Tuesday, April 01, 2008

«CADENAZOS» EN POSTES TELEFÓNICOS





       Sin duda, bueno y creativo, una vez más, este chiste de Jimmy Scott en la página editorial de El Mercurio de hoy, 1° de abril de 2008. 
   Sin embargo, el dibujante no reparó que su concepto de las líneas de alta tensión eléctrica está equivocado o no actualizado.
    En este caso, él dibujó antiguos postes de líneas telefónicas. Estos postes eran de madera y tenían gran altura, pero hoy en día ya no existen. Hace muchos años, unos treinta o cuarenta, que fueron retirados de las calles y carreteras.