Tuesday, January 30, 2007

LAS MANZANAS DEL COMETA

RAY BRADBURY




(Esta nota la escribí en 1982, luego de una entrevista con Ray Bradbury en su casa. La Revista del Domingo de El Mercurio publicó un resumen de ella en 1985. Como por estos días anda otro cometa girando cerca del sol y a la vez se cumplen 21 años de la última pasada de Halley, doy a conocer mi conversación completa con el brillante escritor norteamericano.)



Entrevista con Ray Bradbury

Por Nelson Palma

            «Los astronautas pusieron mil limonadas y mil botellas de cerveza a bordo del cohete Copa de Oro, poco antes de iniciar un riesgoso viaje hacia el deslumbrante sol del mediodía.

           «¡Al Sur! , ordenó el capitán y la tripulación desconcer­tada preguntó por qué, si en el espacio no hay direcciones. El coman­dante les respondió con energía: ¡Cuando uno se dirige al sol y todo se hace amarillo, ardiente y perezoso, entonces uno va en una única dirección!».
    Así, resumido, comienza el cuento LAS DORADAS MANZANAS DEL SOL, uno de los buenos relatos de Ray Bradbury, escrito en 1952.

  El cohete de aquel valiente capitán bradburiano estuvo a punto de sucumbir en ese loco y maravilloso proyecto espacial. Pero, esos astronautas «picaron al león y escaparon del zarpazo». Lograron recoger fuego del sol. Pudieron traer consigo ─agrega la narración─ «un poco de la carne de Dios, la sangre del Universo, el pensamiento deslumbrante, la enceguecedora filosofía que había amamantado a una galaxia, que emplazaba o acallaba vidas y subsistencias...».

      Tal como lo hizo el cohete Copa de Oro, hoy el cometa Halley se dirige al «Sur» . Sin limonadas ni cerveza, ni tripu­lación, se acercará al sol el próximo verano . Y así como ha ocurrido regularmente a lo largo de millones de años , ejecutará una vez más su prueba de muerte: una voltereta tangencial en torno a la corona solar .

     Reflexiones acerca de Dios, del futuro, de viajes galác­ticos y de cometas fueron el fruto de mi reunión con Ray Bradbury, ese escritor genial admirado por millones de lectores de ciencia-ficción en todo el mundo.

MARTE: LA TIERRA DE BRADBURY

     Bastó un contacto telefónico. Bradbury aceptó recibirme esa misma noche en su casa, situada en una calle poco concurrida de Beverly Hills. La hora de la cita me sorprendió buscando su dirección. No había viento ni hacía frío. Se podía ir en jeans, polera y zapa­tillas, así como acostumbraba vestir Douglas Spaulding , el protagonista de EL VINO DEL ESTÍO.

     Una escalera de piedras, que cruzaba un compacto cañaveral, conducía a la puerta de su residencia. El porche estaba apenas ilu­minado por un farol. Desde ahí se tenía una amplia perspectiva del cielo nocturno. Allá arriba titilaban la estrella Polar, la conste­lación de la Osa Mayor y el planeta Marte, la tierra de Bradbury, de todas maneras. Una telaraña colgaba del techo. En el piso, junto a un felpudo, había una caja de cartón llena de libros usados. Se diría que el dueño de casa deliberadamente provocaba a esos bomberos siniestros de FARENHEIT 451, que acudían presurosos a quemar todo tipo de literatura. La noche apacible creaba «clima» para un encuen­tro cercano con un mago-poeta-fabulista.

       Luego de golpear, esperé... Adentro unos pasos hicieron crujir las tablas del piso. La puerta se abrió y apareció un hombre grueso, de lentes, pelo liso y canoso, de enormes manos velludas y de risa sonora. Su tremendo vozarrón fue un tatequieto para el interminable coro de grillos del jardín: «¡Hola, lo estaba esperando, pase, bienvenido!»

LAS PLATEADAS MANZANAS DE HALLEY

     En un sillón antiguo, frente a un tablero de ajedrez, con piezas de ónix y lapizlázuli, Bradbury hizo una breve referencia a Chile: «Me han dicho que se parece a Suiza». Y tras el comentario entró en materia; lamentó que Estados Unidos no lanzara una sonda espacial al encuentro del cometa Halley, como se había planeado hace unos años. La Unión Soviética, Europa Occidental y Japón enviaron naves con ese propósito.

     «Cuando supe que mi país pensaba poner en marcha esa misión ─dijo el escritor con cierta tristeza─, que pretendería incluso tocar el cometa, me sentí realmente entusiasmado. Me lo informó Burns Murray, quien entonces estaba a cargo del Jet Propul­sion Laboratory, JPL (Laboratorio de Propulsión Jet), de Pasa­dena. Le pedí entonces que me diera todos los datos del proyecto. Quería saber la fecha de partida y los propósitos específicos de la sonda, si intentaría tomar el pulso y la temperatura del come­ta. Le sugerí a los científicos que bautizaran la misión con el nombre de Mark Twain, en vista de que el escritor predijo su muerte para la aparición del cometa en 1910 y había nacido justamente durante la visita anterior de Halley. Por eso sostuve que sería maravilloso llamar a ese vuelo espacial con su nombre. Pero todo el entusiasmo se frustró cuando la NASA decidió no gastar dinero en ese programa. Nos faltó romanticismo...».

      El desencanto de Bradbury de no haber alcanzado las pla­teadas manzanas de Halley lo comparten hoy numerosos científicos en el JPL.

     EL COMETA VIENE A PENARNOS

    Bradbury contempla dos pinturas que seguramente le recuer­dan los verdes paisajes de Weakegan, Illinois, donde nació hace 65 años. Piensa tal vez en el corto verano sideral  de Halley. Casi setenta y seis años de invierno para disfrutar apenas de unos cortos meses de estío. Como los habitantes de Venus, de su cuento TODO EL VERANO EN UN SOLO DÍA, que esperaban la aparición del sol, por algunas horas, después de soportar siete años de lluvias. Ese día los niños salieron al campo para celebrar la llegada del efímero verano, salvo Margot, quien fue encerrada en un armario por sus compañeros de colegio y por tanto no participó en la fiesta de luz. Tendría que esperar otros siete años para contemplar lo descrito por ella misma en un verso: «Sol esa flor que se abre sólo una hora».

    Pido a Brabury que en lenguaje poético defina a un cometa. Respira profundo y embiste con su vozarrón:

     «Lo he descrito de varias maneras... es el fantasma del tiempo; es el aliento de Dios; es una pavana, es un funeral blanco, es un canto de réquiem, es el Moby Dick del espacio. El cometa me es familiar por mi experiencia con la ballena de Herman Melville. Hace 31 años el productor John Houston me pidió que hiciera el guión de la película. Desde entonces he escrito tanto sobre el tema que finalmente el cometa desplazó a la ballena. Ahora trabajo en una ópera sobre eso. Un capitán ciego va al encuentro de Halley para atacarlo y vengarse porque un día, cuando él era aún un astronauta joven, ese viajero errante le arrancó los ojos. Tomo toda la mitolo­gía melvilleana y la coloco en el espacio... Yo defino al cometa como la manifestación del misterio del Universo que vuelve a penarnos».

     Un capitán vengativo, sostengo para apoyar la siguiente pregunta: ¿Por qué usted ha resaltado más los defectos que las virtudes humanas en los largos viajes espaciales?

      «No necesariamente. La mayoría de mis cuentos los escribí hace muchos años, cuando era joven. Es la gran tragedia de la juven­tud ser pesimista. Cada joven cree firmemente que el fin del mundo se les viene encima. Pero, he comprobado que eso no es verdad. Yo me he hecho ya bastante mayor y todavía estoy aquí, con una gran cantidad de amigos muy simpáticos. Aprendí la lección del comportamiento óptimo, que se aplica por igual a todos nosotros. La experiencia ganada en el espacio ha sido buena. Fuimos a la luna y no la contaminamos. Ahora soy un gran optimista de los futuros viajes espaciales. No seremos vengativos...».

LEVANTATE Y CAMINA

      Los vuelos orbitales tendrán, según el escritor, algo de la bendita orden de Jesús al paralítico: «¡Levántate, toma tu camilla y vete a casa!» o más apropiadamente a esta situación, ¡arroja tus muletas y ponte a trabajar! Porque para Bradbury no habrá minusválidos allá arriba.

     «Con un grupo de lisiados preparo una película relacio­nada con el futuro de los vuelos espaciales. Cuando se desarrollen la industria y la minería del espacio habrá una ilimitada fuente de trabajo para los impedidos. Podrá producir en el cosmos aquel hombre que perdió el uso de sus piernas por culpa de la polio o por un accidente. Allí no necesitará esas piernas, ni siquiera las manos. Le bastarán los dedos o la punta de la nariz para presio­nar un botón. Ese hombre estará libre de la gravedad para siempre, esa tremenda fuerza que lo posterga aquí abajo. Creo que la idea es fantástica porque devolverá la libertad a los lisiados de una manera asombrosa».

¡NO MATEN A ESE MARCIANO!

    Y salen al tapete las CRÓNICAS MARCIANAS, donde la guerra atómica termina con la vida en la Tierra. Pregunto a Bradbury si él cree que falta poco o mucho para que ocurra una tragedia tan terrible.

    «Las CRÓNICAS MARCIANAS no son una predicción, sino un grito de alerta. Al igual que otros escritores de ciencia-ficción como Julio Verne, H.G.Wells, Aldous Huxley, yo escribo fábulas morales, que pretenden enseñarnos a mejorar el comportamiento de la raza humana. FARENHEIT 451, por ejemplo, enseña a querer la literatura. Todo lo que digo ahí es ¡no quemen esos libros, déjenlos en sus estantes!; no importa en qué país sea, en Chile, Argentina, Alemania, Italia, Rusia, Estados Unidos. En las CRÓNICAS MARCIANAS uso la guerra atómica como una advertencia para que nos portemos bien. Apelo al triste ejemplo de Hernán Cortés en la historia de México para resaltar lo malo que hicimos en el pasado y evitemos repetirlo. Si nos vamos a encontrar con un mar­ciano no lo matemos, como Cortés hizo con los aztecas. Tratémoslo como a un ser humano».

    Hasta el momento no hay noticias de que haya vida en otros mundos. Pregunto a Bradbury si este hecho lo desilusiona.

     «Cuando descendimos en Marte y llegaron las primeras fotos me entrevistaron en un programa de televisión de la NBC junto a Carl Sagan. Entonces el periodista me dijo: «¿Cómo se siente señor Bradbury, usted que ha estado escribiendo acerca de Marte por más de 30 años y ahora que hemos llegado, toda la civilización que usted construyó allí, toda esa gente que usted puso allí no están? ¿Qué siente?». Y le respondí «tonto, tonto, sí hay vida en Marte. Nosotros mismos seremos muy pronto los marcianos».

    Le recuerdo que Isaac Asimov sostiene que el hombre jamás podrá salir del Sistema Solar por la enormidad de las distancias en el espacio .

    «No pienso lo mismo y me sorprende, porque la estrella Alfa Centauro está sólo a cuatro años luz de nosotros. A la velo­cidad de la luz tardaríamos cuatro años en ir allí. Imaginemos que alcanzamos la mitad de esa velocidad, quiere decir que demoraríamos ocho años en llegar a Alfa Centauro. ¿Y por qué no podríamos aún seguir más allá, sin que a los astronautas les tome toda la vida en hacer el viaje? No hay que olvidar que hace muy poco salimos de las cavernas y que hace sólo 16 años llegamos a la luna. Creo que todavía nos queda mucho por aprender y avanzar».

SOMOS HIJOS DE DIOS

        Para construir su obra literaria Bradbury se apoya en la ciencia, pero también en la religión. En su cantata CRISTO APOLO, publicada en el libro FANTASMAS DE LO NUEVO, escribe: «¿Cuántas estrellas de Belén brillan más allá de Orión?¿Visitó (Cristo) mundos más allá de nuestro sueño cálido como la sangre? ¿Bajó a la solitaria orilla de un mar semejante a Galilea? ¿Y hay Pesebres en mundos lejanos que conocieron su luz? Así ha de ser. Y las criaturas liberadas de tanta noche, de cualquier mundo o tiempo o circunstancia deben amar la luz. Cristo camina por el Universo. Allá Cristo es conocido con muchos nombres. Nosotros lo llamamos así. Ellos lo llaman de otra manera. Y allí están en tiempos ante­riores a la crucifixión del Hombre. Allá todavía no ha muerto. ¡En este santo tiempo de Navidad, como Él, tú eres hijo de Dios!».

    Le solicito al escritor que explique su concepto de Dios. Se produce un silencio, como si buscara las palabras precisas...

   «He escrito muchas ideas sobre religión, porque el tema me fascina, como a todo el mundo. Hacemos lo mismo teólogos, científicos, productores de cine o escritores de ciencia-ficción. Buscamos una respuesta a la gran interrogante de nuestro papel en el Universo. Porque hasta aquí todo es un misterio. Los científicos nos permiten sobrevivir día a día. Eso nos deja un enorme espacio para preguntarnos acerca de la Creación o de la fuerza de la vida, si queremos llamarla de alguna manera. Pero, no sabemos nada, por lo que hemos tenido que escribir historias que nos permitan sobre­vivir. Cristo es una de esas historias. Buda, Alá son otras. Yo estoy interesado en mi propia mitología, algunas veces mezclándola con ideas del cristianismo y el islamismo. Para mi es cuestión de revertir las cosas. Es como que la muerte no puede ser manipulada ni tocada; no sabemos lo que es. Creo que aunque escribamos estas historias seguimos en el misterio. La muerte es totalmente imposible, la vida es totalmente imposible y de ambas imposibilidades hacemos metáforas, que es como ponerle manillas a la situación y darla vuelta al revés. Eso es para mí la religión realmente. Es un esfuerzo supremo por resolver lo que no tiene solución. Me siento tan hijo de Dios como lo fue Jesús. Todos somos hijos de la misma cosa, sea lo que fuere. Siendo esto verdad hacemos poesías, escribimos cuentos, entre el misterio y la fascinación».

RUMBO AL NORTE

     Dios, viajes galácticos y cometas prolongaron mi reunión con Ray Bradbury por más de una hora. Al momento de la despedida fue a un antiguo estante de caoba para sacar un libro, que me regaló autografiado: REMEDIO PARA MELANCÓLICOS. Y de paso me mostró con orgullo sus obras traducidas a decenas de idiomas. Todos respetaron por su sentido poético el de FARENHEIT 451, como el original en inglés, con la salvedad majadera de un editor sueco que lo bautizó CELSIUS 233, que es el valor matemático equivalente.

     El escritor se mantiene bien informado del viaje hacia el sur del cometa Halley y admite que difícilmente puede resistir la tentación de seguir escribiendo sobre esa "bola de nieve lanzada por Dios en un invierno remoto", como describió a Halley en un artículo publicado en una revista. Así como el cohete Copa de Oro, cuando alcance su meta Halley virará en 180 grados. Y una noche de abril de 1986, imagino, Bradbury saldrá al porche de su casa para mirar por última vez al cometa . Como su intrépido capitán de LAS DORADAS MANZANAS... pensará que desde el sol y en sentido opuesto, en el espacio hay una sola dirección... y murmurará: «¡El Norte!»

(A su avanzada edad R. Bradbury fue distinguido con la Medalla Nacional de Arte otorgada por la Casa Blanca a artistas excepcionales. El escritor murió el 2012 a la edad de 92 años).
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ESPECIFICACIONES

 Bradbury escribió su cuento con la perspectiva del hemisferio norte, donde el sol transita por el cielo desplazado hacia el hemisferio sur. De allí la metáfora de que ir en esa dirección implica dirigirse al sol. Ese hecho es más evidente en invierno. En nuestro hemisferio, sin embargo, ocurre precisamente todo lo contrario.

 El cometa Halley alcanzará su máxima aproximación al sol el 9 de febrero de 1986. Ese punto se denomina perihelio.

 La primera información que se tiene del cometa Halley data del año 240 antes de Cristo, según antiguos documentos chinos. Aunque no hay seguridades, es probable que estas visitas perió­dicas se remonten a millones de años.

 El perihelio cometario se producirá entre las órbitas de Venus y Mercurio, a unos 88 millones de kilómetros del sol, lejos todavía de ese pálido halo que rodea al disco solar y que se denomina corona.

 El propio Bradbury admite que Douglas Spaulding es él mismo en esa novela autobiográfica EL VINO DEL FSTÍO.

❻ La aproximación de Halley al sol no es precisamente una estación de verano, en los términos de esa temporada planetaria.

 Isaac Asimov:«Civilizaciones Extraterrestres».

 Nuestro hemisferio sur será esta vez el favorecido con la visita del cometa Halley. Desde el norte estará demasiado cerca del horizonte. Resultará imposible verlo desde una ciudad tan luminosa como Los Ángeles y sin instrumentos durante abril de 1986.


Monday, January 29, 2007

LA MARIONETA GIGANTE PUDO LLAMARSE HEIDI


Me sorprendió que los periodistas no se atrevieran a hacer lo que es parte del oficio: bautizar, poner nombres. Está en los textos de las escuelas de periodismo: no le diga perro todas las veces, dígale también “copito”.

Me refiero a la marioneta de grandes proporciones que emocionó a los santiaguinos durante tres días y que fue identificada hasta el cansancio como la pequeña gigante.

Veamos ejemplos del pasado. Al avión presidencial Boeing 707, anterior del actual, lo llamaron “calambrito”. Cierto es que a la Fuerza Aérea le incomodaba y hasta pidió a los periodistas “por favor, señores, les rogamos que no le digan más calambrito a este avión”.

La agrupación de periodista de La Moneda puso el nombre de “la copucha”, a la sala dispuesta para ellos en el palacio de gobierno. En Concepción, recuerdo, que esa sala la llamábamos “la chuchoca”.

A una mujer que asaltaba bancos premunida de un arma automática, la denominaron “la mujer metralleta”.

Tradicionalmente el periodismo tenía esa gracia, de ponerle su apelativo a situaciones, objetos, espacios o personajes. Y hay muchos otros ejemplos, que en este momento no se me vienen a la memoria.

La muñeca caminante a mí me evocó a Heidi, ésa de la canción “abuelito dime tú…”
Yo le habría puesto Heidi.

Pero, a ninguno de mis despiertos y jóvenes colegas se le ocurrió nada. Bueno, a estas alturas, pasó la vieja.

LA COMUNICACIÓN COMO UN REGALO


¿Pastelero a tus pasteles? Lo planteo como pregunta, porque me surgen unas dudas tremendas sobre esta frase, que he escuchado desde la niñez como si tuviera la fuerza de un axioma. Pero, veamos el porqué de las dudas, teniendo en cuenta que sería una materia que no admitiría discusión.

Un pintor puede pintar una tela magistral sobre zapateros cumpliendo su oficio, aunque él mismo no tenga idea de como se hacen o reparan zapatos.

Un escritor puede narrar episodios maravillosos ocurridos en sitios que nunca visitó, como por ejemplo Julio Verne en el caso de su novela El Faro del Fin del Mundo, cuya trama se desarrolla en la isla argentina de Los Estados. Verne describe los lugares y da detalles del tiempo y las mareas y él jamás estuvo allí.

Un periodista científico escribe sobre el lanzamiento del transbordador espacial con lujo de detalles de lo que ocurre con la tripulación, los instrumentos, las sensaciones, y él no se sentó ni en sueños siquiera en el sillín de un astronauta.

Un conductor de televisión con un mínimo de conocimiento de otro idioma puede traducir e interpretar un evento que se desarrolle en ese idioma y llevarlo con claridad y amenidad a sus oyentes distando mucho de ser él mismo un intérprete bilingüe.

Un profesor de enseñanza media puede dar una clase excepcional sobre los recovecos del palacio de Knosos, perteneciente a la cultura minoica, donde moraba el minotauro, sin saber nada de la disciplina de la arquitectura.

Creo que estos ejemplos son suficientes para explicar mis dudas, que a la postre son certezas:

a) Un zapatero que sepa sólo ese oficio, por muy bueno que sea en eso, no podría pintar un cuadro donde se vean otros zapateros trabajando. b) Un marino aventurero sin gracia para escribir e imaginar no va a crear la fascinante historia del Faro del Fin del Mundo, aunque tenga una casa con vista al mar en la isla de Los Estados. c) Un astronauta podrá escribir varios volúmenes con sus memorias, pero seguramente no va a tener la capacidad de resumir la emoción de un despegue al espacio, con la fuerza que lo haría un periodista. d) Un traductor o intérprete bilingüe difícilmente va a manejar la emotividad indispensable para el público, él simplemente hará bien su pega: traducir o interpretar. Y e) por último, un arquitecto por muy avezado que sea en su profesión difícilmente entusiasmará a alumnos de enseñanza media hablándoles de arquitectura como lo haría un profesor inspirado.

¿Pastelero a tus pasteles?

Y aquí llegamos al punto: con los profesionales o maestros a secas, encontraremos que hacen muy bien su trabajo, pero con ellos no pasará nada si no hay otros que comuniquen lo que ellos hacen. Porque los médicos, los arquitectos, los zapateros, etc., cuando hablan de su especialidad lo hacen como si estuvieran dirigiéndose a sus colegas. A mi entender, la esencia de este asunto está en la comunicación. De allí que si usted quiere comunicar algo, no busque a los expertos en ese algo, busque comunicadores. Quienes poseen habilidades para comunicar, tienen ganado medio Cielo. Por eso es que en algunas partes a los comunicadores se les llama simplemente, talentos.

Thursday, January 25, 2007

ESAS IMÁGENES QUE NO VEMOS CON LOS OJOS

       Revisé imágenes almacenadas en mi memoria, del mismo modo, como cuando uno trajina en viejos documentos en busca de algo. Y me sorprendió encontrar situaciones visuales que yo no había visto nunca. O sea, imágenes concretas que yo jamás presencié, pero que son archivos perfectamente mantenidos, almacenados, clasificados en mi cerebro. Son fotos o secuencias de películas que jamás se reflejaron en mi retina, sobre situaciones que no ocurrieron en ninguna parte.
      Aproveché una visita a mi oftalmólogo para comentarle estas cosas y preguntarle como una curiosidad. Y me dio una respuesta más sorprendente aún:«el cerebro crea imágenes sin la participación de tu voluntad. Lo hace solo y son imágenes reales. Es lo que pasa con los sueños».
      O sea, en ese instante se me planteó la necesidad de reordenar mi banco de imágenes: separar aquellas que vi con mis ojos, de aquellas que vi sin haber abierto los ojos. Y así puedo explicarme las causas de algún tipo de locura, en que el enfermo llega a ser incapaz de separar las películas producidas de aquellas que monta el cerebro solito, sin que nadie se lo pida.
      Lo peligroso del caso es que las imágenes son reales, aunque los hechos que describen no hayan tenido lugar. Esto se puede prestar fácilmente para confusión y nosotros, ser víctimas de esta triquiñuela cerebral.
    Aclarado este asunto sutil, pero importante, podemos comprender por qué tanta gente, incluidos los políticos y la televisión, son capaces de afirmar como verídicas tanta sarta de tonteras y mentiras. La tele, incluso, se da licencias para reproducir situaciones hipotéticas para respaldar lo que quiere decir.

LAS IMÁGENES Y LOS SUEÑOS

           Sentimos que los sueños son una asociación de imágenes. Pero, por razones de lógica el sueño no puede ser una sucesión de imágenes, sino que debe ser otro tipo de cosas. No deberíamos referirnos a eso que los sueños nos muestran, sino a lo que los sueños nos dicen. Heidegger y Foucault abrieron la era de la representación. Se supone, por tanto, que entre nosotros y el cosmos existe una tercera instancia: el campo de la imagen, de la visión y de lo que se va a ver. Este asunto está presente en la escuela fenomenológica. Cuando Edmund Husserl, a inicios del siglo XX, explica su fenomenología lo hace a través de un paradigma visual.

        La filosofía desde la antigüedad está rodeada por la imagen y el deseo de ver. El mito de la caverna de Platón habla de la apariencia y la realidad. Aristóteles trata de los sentidos y explica que el preferido de los seres humanos es la visión. Porque de los cinco (sentidos) es el que más nos hace conocer las cosas. Así, pensar sería un poco ver. Esta unión entre el pensar y el ver es tan potente que se manifiesta en nuestro lenguaje cotidiano. Por ejemplo, cuando le pregunto a alguien si comprendió lo que le dije, le digo: «¿ves lo que te quiero decir?». Vivimos dentro del paradigma visual.

       La imagen pertenece al mundo de la presentación o de la representación. Pero, cuando estudiamos más de cerca ese mundo, nos damos cuenta de varias limitaciones. Enumeremos. Las potencialidades no se pueden representar. Por ejemplo, un niño y su proyección adulta (potencialmente adulto). Vemos a un niño o a un adulto. Si en realidad pudiéramos representar esa potencialidad la anularíamos como tal y la haríamos actual. Otros objetos que no se pueden representar son las negaciones. Por ejemplo un futbolista, digamos Messi. ¿Cómo lo representamos en otro rol que no sea futbolista sin que se nos venga la imagen del Messi futbolista? No se puede. Un tercer tipo de objeto que no se puede llevar a la pantalla es la significación cultural. Por ejemplo, la cruz. En imagen vemos directamente dos palos que se entrecruzan, pero no vemos que represente a Dios. ¿Qué representa una cruz? Eso necesariamente tenemos que contarlo. Debemos distinguir la representación de la significación.

          Sartre entra en un bar para juntarse con Pedro, pero Pedro no está. Sartre comprueba la ausencia recurriendo a una comparación discursiva: la imagen del bar con Pedro y del bar sin Pedro. La ausencia no es visual, es un relato. Otro ejemplo, el caso de una foto de Nueva York actual. ¿Notaría usted que faltan las torres gemelas? Es necesario que alguien nos lo recuerde y lo diga.

          Vamos a los sueños, Bergson: «Nuestros sueños se elaboran casi como nuestra visión del mundo real». Freud analiza los sueños en forma revolucionaria usando el vocabulario «las imágenes oníricas». Pero, si lo estudiamos con más cuidado, el sueño está más cerca de la categoría de relato. Es una historia que nos estamos contando y no una película que estemos viendo.

        Los sueños están llenos de negatidades, de faltas, de ausencias, de frustraciones. Si el sueño nace de un deseo se lo vincula con una falta. En los sueños siempre hay personas que no encuentran lo que buscan, que pierden objetos. Nunca podremos representar que alguien haya perdido algo. O que una persona esté esperando a otra. Cuando en el sueño estamos con un familiar, padre, madre u otro, sabemos que es nuestro padre o nuestra madre u otro, pero nunca vemos sus caras. Sólo sabemos que son ellos.

         Llegamos a la conclusión que el psicoanálisis no trabaja el sueño como imágenes sino el sueño como un relato, en consecuencia las imágenes oníricas que cita Freud no existirían como imágenes. El sueño no es una producción representativa sino una producción significativa. La vida psíquica humana en general no se debe asemejar a un teatro o a una representación sino que se debe asemejar con un texto o con un gesto de escritura.

        Por razones ontológicas (del ser) los textos tienen acceso a más objetos que los que puedan mostrarse en pantallas. Es la superioridad del libro sobre las imágenes, porque el libro accede a todos esos mundos de las negaciones y de las ausencias a los que una cámara nunca podrá llegar.

[NP (Interpretación, adaptación y transcripción del curso La Imagen, Vinolo, 2020)].


Monday, January 22, 2007

HEROICO ES ALGO MUY GRANDE, NO UN EMPATE ORDINARIO

         Veo con estupefacción que el periodismo recicla una vez más viejos clichés, que no ayudan a que nos superemos de veraz para soñar en entrar en las grandes ligas.
       ¿Se fijaron?
       Los diarios, las teles, las radios dijeron lo mismo: “heroico”, para referirse al simple empate de la selección joven ante su similar de Brasil. Si a eso lo calificaron así, qué palabra deberíamos buscar para una acción verdaderamente heroica, me pregunto. ¿Cómo tendríamos que referirnos al salto al abordaje del Huáscar del capitán Prat?
       Heroica es una acción en que se apuesta la vida por un propósito superior, no un partido de fútbol en igualdad de condiciones.
        A donde quiero llegar es a lo siguiente: Si los periodistas seguimos destacando como heroico un empate pobre ante un rival de muchos méritos, es que ni siquiera imaginamos un triunfo.
Si el triunfo no está en nuestro horizonte como una cosa posible, entonces no sé que hacemos en los campeonatos. Para salir de la mediocridad debemos pensar que podemos ganar, que esa posibilidad es parte de las reglas de juego.
       Pero, no me vengan a decir los medios masivos que un empate o eventualmente un triunfo ante un grande es algo heroico. Si seguimos con esa cantinela no despegaremos jamás. Y si no despegamos, los invito a leer y escuchar futuros resultados heroicos.