Tuesday, September 26, 2006

SACAR LAPAS DEL MAR PARA PODER SEGUIR PRODUCIENDO OSTIONES

        Sibucal es el Sindicato de Buzos de Caldera. Estos trabajadores del mar se organizaron hace nueve años con el fin de producir ostiones. Comenzaron con cerca de 300 mil unidades en Bahía Inglesa y hoy están a punto de llegar al millón. Para el 2008 se preparan para extraer cuatro millones de unidades. Saque usted cuentas: cada ostión en el bote vale 110 pesos más iva.


               Sibucal, como decíamos, es un sindicato, pero también es una empresa. Tiene 35 socios y da empleo a 16 personas. Han ido creciendo gracias a su constancia y espíritu emprendedor, pero también con los créditos otorgados por Banco Estado Micro Empresas, otras instituciones y porque han recibido un par de hectáreas marinas donde cultivan su producto. La minúscula superficie de mar que les fue asignada no se compara con la enormidad concedida a la empresa Camanchaca, por ejemplo. Pero, igualmente, ellos están contentos porque sus ostiones ya hallaron mercados en Francia.

El sindicato es citado como un modelo nacional de organización en la base y sentido emprendedor. Son gente sencilla, pero trabajadora. Sibucal tiene un camión, un bote de operaciones bahía con brazo hidráulico, que le permite cosechar los ostiones del mar, un bote menor con motor fuera de borda y un trimarán, que les proporciona una superficie de unos cien metros cuadrados sobre el mar en el cual realizan todas las operaciones para sus cultivos.

Don Tito Alfaro fue uno de los socios fundadores de Sibucal. Él trabaja un día de la semana gratis para la organización y en la actualidad está a cargo de la bodega en su sede del centro de Caldera. Sólo de ese modo, un sindicato que deriva en empresa, puede echar raíces, crecer y transformarse en un lucrativo medio de vida.

Me gustó el ánimo de estos trabajadores, su fe en el porvenir. Cuando les falta plata para pagar una cuota de un crédito, se ponen en acción. No le piden a otro banco. Don Tito me dijo que en ese caso, la orden es clara: ¡Ya, muchachos, todos a sacar lapas para reunir el dinero y cumplir con el banco! Las lapas de venden rápido y, por tanto, es dinero fresco.

(En la foto, don Tito Alfaro con el autor a bordo del bote bahía en Bahía Inglesa)

LAS COMUNICACIONES ESTÁN EN GUERRA



         En la guerra contra el terrorismo que libra el presidente Bush y sus aliados, estos últimos, cada vez menos, se dan algunas estrategias interesantes.
       Uno de ellos: un diario francés informó acerca de la muerte por fiebre tifoidea del mismísimo Osama Bin Laden, en alguna parte de Pakistán. La información la agarraron todos los medios occidentales. Hasta ahí la estrategia comunicacional de este lado del mundo iba bien. Y, de acuerdo con los cálculos de la inteligencia, debía ir mejor aún.
      La filtración de la inteligencia francesa sin una fuente muy confiable, ─según el gobierno de Paris sus informantes eran sauditas─, causó efectos. Para Al Qaeda se hacía imperioso desmentir de algún modo el rumor que crecía en occidente. Por eso el lunes surgieron voces negando la versión.
      De todas formas, como el desmentido no resulta suficiente, la organización extremista islámica tendrá que dar a conocer las últimas imágenes de su líder haciendo cualquier cosa, para probar que está vivito y coleando.
     En este sentido, la estrategia dio frutos, porque obligará a Al Qaeda a mostrar a su jefe. Porque ése es el juego. Sin embargo, lo malo de la jugada es el riesgo que conlleva. Esto es que para dar muestra de fortaleza y negar la muerte de Osama, los terroristas digan presente con un nuevo ataque horripilante en algún sensible punto de occidente.

Friday, September 22, 2006

LA TRIQUIÑUELA DE CHÁVEZ



     No me trago el show de Hugo Chávez en el podio de la Asamblea General de Naciones Unidas, porque podría ser una perfecta triquiñuela de apoyo al presidente norteamericano George W. Bush.

   Lo concreto fue que al mandatario venezolano le importaron un bledo las sofisticadas normas del protocolo de estado y aprovechó la tribuna para hacer su número: descalificar, remedar y reírse del hombre más poderoso de la tierra.
      Por otro lado, puede que no todos estemos de acuerdo con la forma de expresarse de Chávez, pero sin él esta asamblea hubiera sido más fome aún. Imagínese usted sentado ahí días enteros oyendo a compuestitos jefes de estado, una lata. Son los personajes como el venezolano los que salvan a Naciones Unidas del tedio. Recuerdo a Nikita Khruchev golpeando la mesa con su zapato, los pintorescos discursos de Fidel Castro y ahora la pieza teatral de Chávez.
    Pero, volvamos al punto. Hasta donde sé, el comercio entre Estados Unidos y Venezuela marcha sin novedad en el frente. Bienes manufacturados y cibernéticos viajan de norte a sur, mientras que en sentido contrario el flujo de petróleo no se corta. O sea, tanto Bush como Chávez se necesitan. Y esto lo vi con plena claridad en la televisión. Senadores del Partido Demócrata, de dura oposición del presidente, salieron a la palestra a defenderlo, algo nunca visto en Estados Unidos, salvo en situaciones de guerra.
    Analizando el caso con un mínimo de suspicacia, como lo estoy viendo, parece que el acuerdo tácito de apoyo mutuo en lo político le está dando a ambos muy buenos resultados.

Thursday, September 21, 2006

DESCUBRIMIENTOS EN LA COSTA ATACAMEÑA




La zona costera de la Región de Atacama tiene sus sorpresas para los visitantes novatos.
La desembocadura del río Copiapó es una explanada de un centenar de hectáreas donde florece el tímido humedal, de vegetación muy baja con escasos pajonales. Desde el fin de la quebrada por donde el ínfimo hilo de agua se abre paso hasta la orilla del mar no hay más de 400 metros. Lo curioso, sin embargo, es la huella que el cauce dejó en las rocas cuando alguna vez en la prehistoria bajó rugiendo arrastrando millones de metros cúbicos de agua dulce. Hoy en día esa afirmación no pasa de ser una hipótesis sostenida únicamente por la sinuosidad de las líneas esculpidas en las capas de piedra tosca de la ribera, a unos 40 metros de altura de donde hoy está el río.

Un segundo hito novedoso es el pueblo fantasma de Puerto Viejo, en la orilla sur del río Copiapó. Fantasma sólo en la época invernal, porque cuando llegan las vacaciones se transforma en un bullente 

campamento multicolor con miles de veraneantes. El pueblo se formó con el paso de los años, a través de una invasión pacífica de gente de Copiapó. Los ocupantes se organizaron de alguna manera y se auto asignaron sus metros cuadrados. Puerto Viejo es un modelo de toma sin banderas de partidos políticos y sin desalojos. Sin embargo, dicen en Bahía Inglesa que muy pronto estallará el conflicto, porque últimamente apareció una persona que dice tener el título de propiedad sobre todo el enorme predio ocupado. Si el supuesto dueño inicia acciones, es posible que veamos a Carabineros expulsando a los orondos veraneantes de Puerto Viejo, quienes se construyeron unas modestas casitas en la playa sin pagar ni un peso por sus metros cuadrados.




La última sorpresa de un rápido recorrido por la costa es la Playa de La Virgen. Pero, la novedad no es la pequeña bahía de arenas blancas y aguas turquesa, sino una roca situada al lado del camino de tierra que conduce a la playa. La arenisca, los vientos y la camanchaca esculpieron esta roca de 
dos metros y medio de altura, a lo largo de millones de años. Y hoy, la obra de la Naturaleza está terminada. Dependiendo del ángulo con que se la mire, parece la escultura de una mujer joven sentada con un niño en los brazos. La imagen parece tener el pelo largo suelto sobre la espalada. El rostro mira hacia la guagua en su regazo y el vestido es largo como una túnica que se introduce en la arena. Tal vez por eso, la playa ha sido bautizada de La Virgen. La visión es sorprendente.
(Foto1: ribera prehistórica del río Copiapó en su desembocadura. Foto 2: Puerto Viejo desolado en invierno, sin sus veraneantes. Foto 3: Piedra de La Virgen a pocos metros de la playa del mismo nombre)

Wednesday, September 20, 2006

LA POPULARIDAD DEL MAQUINISTA O'DONOVAN

EL TREN COPIAPÓ-CALDERA permanece expuesto en el campus de la Universidad de Copaipó.

En el hermoso puerto de Caldera visité el museo ferroviario local, emplazado en el bello edificio de la primitiva estación terminal del ferrocarril a Copiapó. Sus tijerales interiores, su andén de madera son los mismos de aquello años de la plata dulce del mineral de Chañarcillo en el siglo XIX. Lo curioso del recinto es que tenía puertas que se cerraban cada vez que un tren ingresaba al lugar. Y la causa de tan curiosa práctica, dicen que era la carga que transportaba el tren: plata y oro.


Detalles del interior de la locomotora.
El convoy de pasajeros entraba a la estación por una puerta paralela, de manera que no había ocasión para que algún viajero se tentara por recoger alguna muestra. De la bodega cerrada del lugar, el rico mineral iba a los buques a escasos cien metros de distancia, desde donde salía hacia otras latitudes. Pero, esta es la parte histórica del viejo ferrocarril, vamos a la anécdota que todavía cuentan los vecinos de allí.

El dueño del tren era un norteamericano llamado William Wheelwright, quien luego de adquirir la máquina y los vagones en Philadelphia construyó los poco más de 86 kilómetros que separan al puerto de la ciudad interior Copiapó. Y, ciertamente, edificó la primera estación ferroviaria de Sudamérica, la de Caldera.

Gran inauguración gran, el 25 de diciembre de 1851.

Dicen que hubo tanto vino, bailes y fiestas ese mediodía, que el maquinista titular se emborrachó al punto que nadie estaba dispuesto a pasarle la locomotora “Copiapó” para el viaje inaugural. La prudencia aconsejó a don William, quien le pidió al segundo piloto, el irlandés norteamericano John O’Donovan, para que condujera el convoy. Este maquinista se ganó la titularidad de inmediato.




Aunque no hay fotos de O’Donovan, parece que el tipo era muy carismático y tanto en Caldera, en Copiapó, como en las estaciones intermedias tenía muchos amigos y, probablemente también admiradoras. La farándula de la época no dejó testimonios escritos si tuvo amantes en uno o todos los paraderos. Cantores populares le dedicaron poemas y payas.

El gringo O’Donovan, decíamos, era un tipo muy querido en todo el valle de Copiapó. Como tenía la cabeza y la barba color de zanahoria, los viajeros y la gente que esperaba en los andenes lo apodaron cara'e'fuego. Acentuaba su aspecto colorín, el reflejo en su rostro de las llamas de la caldera, cuando la “Copiapó” llegaba bufando a las estaciones. Es posible, y éste es un añadido personal, que O’Donovan haya sido seco para el whisky, no por su origen irlandés sino por la dura vida en el desierto de Atacama. Me lo imagino con los riñones en la mano a los mandos de ese esperpento mecánico y chamuscado por el calor. No olvidemos que el tipo provenía de la comodidad "cuica" de Philadelphia. Por el costo de su sacrificio –aunque más de algún placer debió haberse regalado--, salud por car'e'fuego.
Foto del Archivo Histórico de Chile. El tren Caldera-Copiapó detenido en la estación
Monte Amargo,  1913.

LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL PERDIÓ UNA GENERALA

ORIANA FALLACI
       Con la partida de Oriana Fallacci se apagó una voz poderosa que llamaba tomar conciencia de la amenaza de la guerra santa proclamada por fundamentalistas contra el pensamiento y la civilización occidental. Muchos gobiernos de esta parte del mundo procuraron mantener ese llamado escondido en el sótano, porque les resultaba demasiado incómodo en su relación con los estados islámicos o porque les producía miedo. Otros que han lanzado alertas parecidas son el escritor iraní Salman Rushdie y el papa Benedicto XVI. Y es cosa de ver cómo han reaccionado los fanáticos ante sus fundadas denuncias.
       La periodista florentina, quien vivió muchos años en Nueva York, se convirtió en un ejemplo de coraje para acusar con firmeza la traición y el doble juego tanto en política como en el amor. De acuerdo con su manera de ser, lo incorrecto había que decirlo de frente con nombre y apellido, molestara a quien molestara. Por eso se ganó el odio de los enemigos de occidente y la frialdad de los gobernantes de guante blanco.
      Fallaci es un paradigma del periodismo idealista porque materializó el sueño de escribir con la verdad. Aunque se tuviera observaciones o peros a sus puntos de vista, era el propósito lo que causaba admiración, la transparencia de su compromiso para con sus lectores. Ella vivió para su público, les relató realidades ocultas dentro de las estructuras del poder en el medio político de occidente y denunció prácticas groseramente explícitas en países de gobiernos fanáticos.
      Rescato de Oriana Fallaci su valor, su desprecio por las adulaciones, su no contaminación con los intereses instrumentales, la profundidad de sus planteamientos, su argumentación difícil de rebatir, su austeridad, ese estilo literario vigoroso que nació increíblemente de una mujer de aspecto tan débil, su respeto por el lector, la sinceridad para decir lo adecuado, la firmeza de su personalidad.
      La literatura de Fallaci calza más con la descripción de la realidad y las intenciones humanas que con la ficción que prefieren otros periodistas cuando incursionan en la literatura. Su pluma desnudó a personajes como Arafat, Kissinger, el rey Hussein, Jomeini y describió con crítica razonable a Prodi, Berlusconi, Clinton, Bin Laden y otros tantos. Si ella no lo hubiera hecho no habríamos conocido jamás el lado oscuro de esos protagonistas de la historia, fruto, en gran medida, del marketing político.
       No tuvo miedo para apuntar con el dedo y poner en su sitio a los fanáticos musulmanes que predican la guerra santa, degüellan a sus rehenes frente a las cámaras de televisión para después vender los videos o humillan y golpean en público a sus mujeres. «No se puede llevar una vida armoniosa con ese tipo de gente que sólo quiere verte convertido al Islam. Su religión no es la libertad, que se lleven el Corán para su casa»
, dijo la periodista en una de sus últimas entrevistas.
      Falacci se fue a la tumba ─y ella sabía muy bien que eso ocurriría pronto debido a su enfermedad─ sin los reconocimientos públicos que merecía. Pero, tanto respeto tuvo por sus lectores, que ha recogido de ellos con creces el mejor reconocimiento al que puede aspirar un periodista. Sus últimos años los vivió sin luces, sin focos, sin cámaras; pero con la admiración y la gratitud de millones de corazones en todo el mundo. Y eso ella también lo sabía.

UNA BARRA DE ORO MERECE UNA CARICIA



Son sus propiedades únicas las que hacen del oro, el más apetecible de los metales. De color amarillo, es muy dúctil e incorruptible a la acción de la humedad, el aire y muchos agentes corrosivos. Por eso se lo usa para fabricar monedas, joyas, ornamentos e instrumentos valiosos. Es un elemento químico pesado, relativamente nuevo en la composición del universo. La historia humana está llena de hechos relacionados con este metal: el vellocino de oro, el rey Midas, el comercio antiguo, las guerras, las traiciones, el robo. Los gobiernos de todo el mundo procuran hallar oro fácil en sus territorios para acuñarlo y mantenerlo en sus bodegas como reservas.

Podemos hablar mucho y escribir otro tanto sobre este metal precioso. Sin embargo, voy a contar mi experiencia con este atractivo metal. Estando en La Serena, un amigo me invitó a un asado en la casa de un pirquinero, un tipo jovial, bueno para la talla, dueño de una enorme casa con patio y de una vistosa 4x4. De esto hace más de 15 años. Entre copa y copa y carne con ensalada, esta persona comenzó a hablarnos de su actividad en los cerros de la cuarta región, donde tenía un trapiche. Para su trabajo extractivo contrataba a mineros curtidos bajo el sol. Nuestro amigo sacaba oro, tal era su negocio, muy rentable por lo demás a juzgar por las apariencias.

Para mí ese trabajo resultaba curioso, por lo que me interesé en hacerle preguntas a este pirquinero, como los hay por centenares en esa zona. El tipo tenía buena labia, pero también su cuota de picardía. Me explicó que había que tener una paciencia asiática para rescatar unos míseros gramos de oro, luego de horas y horas de hacer girar el trapiche en la molienda de piedras. Siguieron los brindis.

Una hora más tarde ya habíamos terminado de conversar sobre ese asunto de la extracción de oro, cuando el pirquinero volvió a la carga. Con los ojos brillosos por el alcohol y más pícaro que antes, me preguntó si alguna vez yo había visto una barra de oro puro. No, jamás, le respondí. "Uno ya está acostumbrado, pero la primera vez dan escalofríos", me dijo como si se tratara de una advertencia. En el fragor del asado, el pirquinero desapareció mientras yo seguí mi charla con otras personas presentes en la reunión. En unos minutos se presentó de nuevo el dueño de casa esta vez trayendo un gran paquete envuelto en papel de diario. Tome, me dijo, véalo.

Recibí el pesado envoltorio con las dos manos. Acto seguido, el pirquinero me pidió que lo abriera. Lo hice, tiré el papel de diario que cayó al suelo hecho pedazos. Y me encontré de súbito sosteniendo un lingote amarillo, frío, con un peso equivalente a dos ladrillos grandes. ¿Esto es oro?, le pregunté incrédulo. "Sí señor, oro puro", me guiñó. "Es para que lo vea no más". Miré el metal en toda su belleza y acaricié sus aristas no pulimentadas. Mientras observaba la barra preciosa hubo un silencio en la fiesta y se oyó un oh, en segundo plano. No me había dado cuenta que la emoción me había erizado la piel como carne de gallina.

Thursday, September 07, 2006

LOS PRIMEROS CHILENOS A PICA

Visité el hermoso oasis de Pica, al sureste de Iquique, que florece verde en las arenas altas al oriente de la Pampa del Tamarugal. El pueblito agrícola y turístico es un regalo de la Naturaleza, que luce como un manchón vegetal contra el fondo ocre del desierto de Atacama y el azul oscuro del cielo. Allí viven unas tres mil personas. Pica es una voz quechua que significa una flor en la arena.

Los conquistadores se asentaron en el lugar, donde crecen abundantes cítricos y aromáticos frutos tropicales. El verdor sólo es posible gracias a las afloraciones de agua dulce y tibia en la parte alta de la localidad. Los españoles agregaron únicamente vides a las plantaciones originarias, que desarrollaron los incas. Por lo que al poco tiempo produjeron un excelente vino y grapa. Toda la infraestructura de riego, a partir de las aguas cordilleranas que emergen entre las dunas, es herencia de la cultura incaica.

Pasado el tiempo, Pica se convirtió en territorio peruano hasta la Guerra del Pacífico, en que la localidad quedó bajo soberanía chilena. Y éste es el punto del presente breve comentario.

Cuenta la tradición histórica del lugar, que los antiguos habitantes peruanos de Pica vivían de la producción de los frutos señalados y de una forma primitiva de turismo. En esta práctica, mataban llamos, ovejas o cabras para recibir a los visitantes con carne fresca, hortalizas y frutas.

¿Cómo sabían ellos que venían los turistas de entonces? Me aclaró esta duda doña Luz Morales, de 81 años, ex concejala local y actual dirigente de los agricultores. Me dijo:

“Los habitantes se informaban de la venida de gente afuerina cuando veían desde la parte alta de Pica la polvareda que los viajeros levantaban por el oeste. Bastaba esta información para matar los animales y las niñas aprovechaban de arreglarse y ponerse muy bonitas. Sucedió entonces la Guerra del Pacífico. Se supo que las tropas chilenas habían tomado Iquique.”

Continuó doña Luz con su historia: “Sin embargo, Iquique estaba lejos y los turistas seguían llegando a Pica, de modo que la práctica de matar animales continuó, a partir de la información de la polvareda. Ocurrió que un día se avistó mucho polvo en la pampa y los habitantes hicieron lo de siempre. Sin embargo, alguien dio la voz de alerta que no eran turistas los que se acercaban, sino el ejército chileno con varios regimientos de caballería. Rápidamente los peruanos tomaron sus cosas y huyeron. Sólo quedaron las mujeres”…

Doña Luz terminó su cuento de este modo: “Luego de la estampida peruana hacia el interior, Pica quedó sin hombres. A las pocas horas llegó el ‘temido’ ejército. Sin embargo, las mujeres comprobaron que sólo se trataba de cuatro jinetes pertenecientes al regimiento chileno Cazadores del Desierto, quienes habían amarrado ramas secas a las colas de sus caballos y galopaban en zigzag acercándose a Pica. Esta estratagema engañó a los hombres peruanos. Las mujeres festejaron la llegada de los jinetes ofreciéndoles una cena con carne de llamo y con todos los otros manjares con que esperaban a los turistas. En el intertanto los soldados izaron por primera vez la bandera chilena en el oasis. Después se dejaron querer por las mujeres. Nunca esos soldados chilenos lo habían pasado tan bien como durante esta ingeniosa llegada a Pica”.