Saturday, April 30, 2016

A HITLER LO VIERON EN BARILOCHE


     Este 30 de abril se cumplía otro aniversario de la muerte de Hitler, en el Bunker de Berlín, apenas unas horas antes de la entrada de las tropas soviéticas a la capital del Reich, en 1945. A propósito de esta fecha, un canal de la televisión de cable ha programado una serie que postula que el jefe de la Alemania nazi no se suicidó ese día de un balazo y que después uno de sus subalternos le prendió fuego a cadáver, a expresa orden del fallecido para que no quedara ni rastro. Eso afirma la historia oficial. Sin embargo, la serie de tv a la que me refiero postula la hipótesis de que Hitler no murió en esa circunstancia y que huyó después de haber urdido la pantomima del suicidio. Los investigadores del programa de TV siguen pistas para demostrar que el jerarca nazi se escapó a la Argentina para vivir en el sur de ese país el resto de sus días, sin duda con otra identidad y otra apariencia. Pues bien, lo demás es parte de la historia bajo investigación por parte del equipo de TV, muy serio y renombrado, por lo demás. Ellos quieren demostrar que Hitler no murió en el bunker, ese día de 1945, sino en el sur de Argentina muchos años después.
     Luego de ver parte de uno de los capítulos de la serie se me vino a la mente una conversación que sostuve en 1997 con un personaje de ascendencia judía en el marco de un trabajo periodístico, cuyo apellido era Heit. Para entonces, mi entrevistado tenía 80 años. Según me dijo, él era soldado del ejército soviético e integró una de las patrullas que entraron en el bunker el día del suicidio de Hitler. «Llegamos exactamente al lugar donde el cuerpo fue incinerado», me dijo esta persona. «Y le puedo asegurar que yo no vi ningún cadáver chamuscado. Eso lo comentamos entre los soldados rusos, ninguno de mis compañeros vio algo parecido a un cuerpo calcinado».
       Para unir la historia del inicio de esta nota, de lo que cuenta la investigación en desarrollo del canal de televisión, con lo que me contó ese viejo, debo agregar un elemento más para la consideración del lector. El hombre añadió a su cuento que en los años sesenta o setenta, estuvo conversando con otro judío amigo suyo en la ciudad de Osorno. Ambos se enfrascaron, según me contó, en una conversación sobre la muerte o desaparición de Hitler. Y la otra persona le habría dicho que él se había encontrado cara a cara con el ex jerarca alemán en la ciudad balneario de Bariloche un par de años antes. «Me dijo que llevaba un sombrero, lucía canoso y que se había afeitado el bigote», me contó el viejo Heit citando a su amigo. No tuve después otra oportunidad para conversar con ese entrevistado y así haberle seguido la pista a este rumor tan interesante que hoy se pone de nuevo de actualidad.