Sunday, November 08, 2015

UNA CONSTRUCCIÓN QUE EXIGE DURAR 100 MIL AÑOS

Entrada al túnel del cementerio nuclear de  Onkalo, Finlandia.
          El gobierno de Finlandia construye un túnel y al final una enorme cavidad en roca de granito para depositar a 500 metros de profundidad las 1.200 toneladas de basura nuclear producida por sus cuatro centrales atómicas para la generación de electricidad. El lugar se llama Onkalo (oculto en finés). La decisión es responsable y acertada, esconder bajo tierra lejos del alcance de la curiosidad humana en un bosque cerca de la costa occidental del país los desechos mortalmente contaminantes. 
        Si bien la construcción subterránea busca la seguridad de los seres humanos, surgen serias dudas respecto del futuro lejano. El tema ético de nuestra responsabilidad como raza hacia nuestros descendientes fue la trama de la celebrada película Into Eternity, del género documental, dirigida por Michael Madsen, cineasta de 44 años. El cementerio nuclear de Onkalo deberá permanecer aislado y cerrado herméticamente para el ser humano durante 100.000 años, tiempo en que los residuos volverán a ser neutros. Durante todo ese período el recinto esconderá un tipo de fuego calcinante que no se ve, que no se huele y que no se siente porque está más allá de nuestros sentidos, pero que mata en sólo segundos al ser vivo que se exponga directamente. De allí que deba permanecer oculto para siempre como una maldición.
        Para tener una idea de las escalas del tiempo baste imaginar que hace cien mil años en la tierra vivían nuestros ancestros los australopitecus. El problema es entonces cómo avisarle a los humanos de aquel lejano futuro que bajo tierra en Onkalo está sepultada la muerte para que ellos no se aventuren a destapar su contenido. Surge, en consecuencia, la necesidad de establecer un código que permita una comunicación con aquellas personas del porvenir remoto. Hasta ahora, y según la experiencia, no existe un código o lenguaje que perdure tanto tiempo. Prueba de ello es que todavía no hemos sido capaces de descifrar mensajes de las tumbas de los faraones que fueron enterrados hace cinco mil años, ¡cómo sería en 100.000 años!  
El túnel de Onkalo será tapiado y cerrado el 2120 y deberá permanecer así por 100.000 años.

          El problema es ético: poner en sobre aviso a esa gente que por favor no destape Onkalo. Porque en esas lúgubres profundidades hay radiación en todas partes por culpa de los hombres de los siglos XX y XXI porque usaban energía nuclear.

          La basura atómica comenzará a ser depositada en cápsulas recubiertas de cobre a partir del 2020. Desde esa fecha Onkalo seguirá recibiendo  desechos hasta el 2120 para entonces ser tapado definitivamente. “No entre aquí por favor, ¡por su vida váyase de acá y no vuelva nunca más!" "Olvídese que ese lugar existe". Tales frases parecieran ser la idea que se debe transmitir de generación en generación. La cuestión es que siempre habrá que acordarse de olvidar.  La película exhibida por un canal de cable termina con la voz de una soprano cantando:
“...que duerma  toda esperanza, que duerma todo anhelo. Abandono los recuerdos de lo bueno y de lo malo. Soy una cuna mecida por una mano en lo más profundo de la cripta. Silencio…”