Saturday, September 14, 2013

ALGO NUESTRO SE LIBRARÁ DEL DÍA DEL JUICIO FINAL

Alegoría del Voyager I en el espacio interestelar.
     El movimiento de traslación de la Tierra en torno al Sol nos mantiene prisioneros de nuestra estrella a perpetuidad. No podremos parar de girar a su alrededor nunca. Sólo será hasta aquel último día, cuando el Sol nos trague con la ferocidad de un león. Las teorías astronómicas dicen que el Sol aumentará su volumen varias veces cuando se le agote su actual combustible, el hidrógeno y comience a quemar helio. Entonces se convertirá en una gigante roja y como tal alcanzará las órbitas de los planetas más cercanos. Así la Tierra caerá y pasará a formar parte del Sol. Claro que para que eso ocurra falta muchísimo todavía, no es para preocuparse. Pero, la teoría afirma que así ocurrirá de todos modos. 
Mirada hacia atrás: la Tierra, sólo un puntito.
     Si reflexionáramos sobre esto, uno se preguntará qué será de nuestros huesos. Y la respuesta es que todo se lo tragará el Sol. ¿El día del Juicio Final? ¿Todos condenados a la hoguera? Tal vez sí. ¿Pero, cómo es que llegamos a este punto de la reflexión? Simplemente por un hecho noticioso conocido por estos días. Científicos de la NASA, informaron que hechas todas las mediciones llegaron a la conclusión que la sonda especial Voyager I, lanzada al espacio en septiembre de 1977, alcanzó la velocidad de escape del Sistema Solar en agosto del año 2012. Es decir, que al día de hoy ese aparato vuela hacia las estrellas fuera del alcance de la influencia del Sol. Así, el Voyager I es el primer objeto construido por el ser humano en alcanzar tales profundidades. Lograda esa distancia, seguirá sumergiéndose en los dominios del espacio interestelar alejándose de nosotros cada vez a una velocidad de 45 kilómetros por segundo. 
     El Voyager I lleva a bordo una carga cultural de la humanidad a otros mundos: 115 fotografías y una variedad de sonidos naturales, así como mensajes en 55 idiomas. Además, los saludos dirigidos a extraterrestres del entonces presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y del secretario general de la ONU en ese momento, Kurt Waldheim. Se agregan voces, canciones, discursos, registros sonoros de la naturaleza, de los sonidos que emiten los más variados animales, balbuceos de niños de las más distintas razas. Todo lo anterior está grabado en un disco de oro enchapado de cobre de 30 centímetros con las instrucciones para rescatar la información contenida en él. 

      El diminuto Voyager I pesa menos de una tonelada y sus baterías nucleares le permitirán seguir en servicio hasta el 2025. O sea, los científicos obtendrán información de esos lugares ignotos por donde transita rumbo a su destino, alguna distante estrella en el centro de la galaxia, por un par de años más. En tal condición podríamos afirmar que esa sonda, con mensajes humanos, será –hasta ahora lo único hecho en la Tierra que se salvará de ser devorado por el sol el Día del Juicio Final.